Tenemos que hablar
Hay frases en la vida de todo hombre que al ser pronunciadas desde el particular mundo femenino nos encausan y acorralan.
He sido objetivo de esas clásicas frases de mujer desde que apenas era un infante y me tocó, no sé si por suerte o causa del destino, madre bogotana con ascendencia boyacense e influencia santandereana. ¡Que tal la mezcla!
“¿Nada que decirme jovencito?” Decía doña Blanca mientras golpeaba sincrónicamente la libreta de calificaciones entre las manos.
Pocas veces pude escapar de esas imprecaciones maternas. Muchas veces más de las que puedo escapar ahora de las de mi esposa. Con proverbial capacidad me lanza la peor de las frases que mujer alguna puede sentenciar sobre su compañero: “Tenemos que hablar”.
Cuando ella dice: “tenemos que hablar” yo me pongo a temblar como las aplicaciones de mi Ipad cuando las quiero eliminar.
Está bien mujeres, los hombres sabemos que tenemos que hablar. Pero a nombre de este pobre y sufriente género masculino destinatario de sus inquirentes y pugnaces requerimientos, déjenme hacer un par de humildes peticiones:
Primera, por favor, escojan horarios más adecuados para el “tenemos que hablar.” Escojan por favor horario de oficina: ocho a dos, dos a seis. ¡Pero no! Ellas escogen los horarios más inadecuados: once y media de la noche, justo un nano segundo antes de que estemos profundamente dormidos, ocho y diez de mañana ¡antes de que apostemos el cuerpo en la poceta del inodoro!
Segunda: ¿Podrían cambiar el motivo del “tenemos que hablar”?
¿Porque siempre quieren hablar de lo mismo?: “Hace tiempo no salimos”, “tenemos que pagar las deudas”, “mi mamá hace rato no viene”.
Y por qué mejor no dicen antes de dormir: “Amor tenemos que hablar! Es que no creo que el Bucaramanga deba alinear de visitante con una doble línea de cuatro dejando a Jhon Pérez como un volante más sumado al ataque!” ¡Ha! ¡Seguro nos daría las cuatro de la mañana hablando! Es más, terminaría esa larga disertación poniéndole una camiseta del Bucaramanga mientras le digo cariñosamente: “Venga mamita la llevo rrruuuuummbo a La Libertadores!”