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Juan Pablo Remolina
Jueves 12 de diciembre de 2019 - 12:00 PM

El triángulo del fraude

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El 9 de diciembre se conmemoró el Día Internacional contra la Corrupción. Según Naciones Unidas, se pierden 3.6 trillones de dólares anualmente por corrupción, es decir, más del 5% del producto interno bruto mundial. En Colombia, este porcentaje equivale a cerca de $50 billones . Y pese a los esfuerzos realizados, 84% de los ciudadanos considera que Colombia está empeorando en la lucha contra este flagelo y la tendencia es creciente desde el 2008 (Gallup).

Una teoría clásica para explicar la corrupción es “el triángulo del fraude” de Donald Cressey. Luego de entrevistar a presos por corrupción, Cressey identificó que para cometer un fraude se requieren tres elementos: presión, oportunidad y justificación. La presión hace referencia a las motivaciones o incentivos producto de la necesidad de mantener cierto nivel socioeconómico, de responder a dificultades financieras o ante la existencia de amenazas (ej.: provenientes de contratistas o del jefe). Por consiguiente, es necesario generar espacios confidenciales de acompañamiento a personas que sienten estas presiones y proteger al denunciante.

Por otro lado, la oportunidad consiste en la habilidad para cometer el fraude. Esto ocurre cuando hay debilidad del control; desorganización de la información; falta de transparencia, petición y rendición de cuentas; indiferencia de la ciudadanía; inexistencia de procesos y procedimientos; o excesiva confianza. En esta materia, Colombia es un referente en aprobación de normas, pero son pocas las acciones para velar por su cumplimiento. Es infortunado que la Procuraduría no hubiera continuado con la aplicación y difusión del Índice de Gobierno Abierto (IGA) que medía el nivel de cumplimiento de normas anticorrupción y que contó con la financiación del BID. Asimismo, las normas quedarán en vano si los órganos de control no actúan con sanciones oportunas y ejemplarizantes.

Por último, la justificación es la actitud del corrupto que lo hace pensar que lo está haciendo bien. La justificación se expresa con frases como “es temporal”, “todo el mundo lo hace”, “solo recibo órdenes” o “me pagan poco”. Este es el vértice más importante. Por más presión u oportunidad que haya, no se cometerá el fraude ante estándares éticos altos. Esto requiere programas educativos y el buen ejemplo. En este sentido, antes de lanzar soluciones para luchar contra la corrupción, vale la pena revisar la literatura y la evidencia.

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