Más magia en el realismo
Tras confirmar con tristeza que era cierto, que nuestro Gabo sí había emprendido la marcha hacia la eternidad, me preguntaba por el tiempo que pasaría antes de que Colombia vuelva a concebir un genio de tales dimensiones. En medio de esta reflexión, inevitablemente recordé el último fragmento de Cien Años de Soledad: “Sin embargo, antes de llegar al verso final ya había comprendido que no saldría jamás de ese cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad en la tierra”.
Y quedé con la angustiosa sensación que genera encontrarse en un país donde esas estirpes son más realismo que magia y, además, no las hemos condenado a cien sino más de doscientos años de indiferencia. Dirán los más optimistas que es una grandilocuencia y que hoy vivimos en un país distinto. Y sí, vivimos en un país diferente, pero esas estirpes a las que se refiere García Márquez siguen ahí, esperando una segunda oportunidad sobre el suelo que las vio nacer. Y claro que se han hecho esfuerzos, y claro que hay avances, pero sin duda alguna nos falta ponerle más magia al realismo en el que sobrevivimos. Unirnos y decididamente construir una sociedad donde las oportunidades sean la regla y no la excepción.
Seguirán los homenajes a ese colombiano que nos llena de orgullo y excepcionalmente nos libera de esa imagen asociada a las drogas y la guerra. Y yo creo que el mejor homenaje que podemos hacerle es trabajar incansablemente por una Colombia donde los niños que nacen en esos rincones de soledad sí puedan tener una segunda oportunidad sobre la tierra, y mejor aún, en su propio país.