Ni Alepo ni Mosul
Como las conversaciones en La Habana fueron legalmente definidas entre el gobierno y las Farc, vano resultó el mico que nos querían meter los del Centro Democrático pretendiendo añadirle otra pata, la de ellos, a la mesa de las conversaciones.
Además sin ponerse de acuerdo porque no tenían Plan B si ganaban el plebiscito, aclarando que no todos los ganadores son de ese grupo político.
Así, mientras Pacho Santos delata quintacolumnistas, el Sr. Vélez suelta la boca sobre cómo se hizo la campaña y el Sr. Duque denunciaba el mismo plebiscito.
Eso sí, todos amigos de la paz pero después de vencer en la guerra, cosa que no se dio y por eso las conversaciones entre las partes. Si no les fue suficiente medio siglo de violencia de parte y parte, más las guerras civiles y ocultas que hemos tenido, toda la brutalidad apasionada que registra nuestra historia en escasos 200 años de vida “independiente”, más el genocidio de la Conquista y la Colonia españolas, pues que vean al menos en televisión las macabras escenas de la guerra en Siria y en Irak, Alepo, Mosul, destruídas, miles de desplazados otrora con vida normal, masacres diarias de 30, 50, 100 personas, civiles y militares, niños y viejos, copartidarios y opositores. Un ejercicio que los guerreristas debieran hacer, de no ser que en su esquizofrenia terminen sintiendo placer al verlas.
Los inamovibles del gobierno que seguramente son los mismos de los insurgentes deben mantenerse; las alegrías de gallo capón pretendiendo que los negociadores ahora irían a ser ellos –ya estaban escogiendo sede diferente a La Habana- les tocó guardárselas. Las acusaciones de saboteador de la paz que el N.Y. Times atribuye al arrogante Sr. Uribe, en duro editorial que debieran leer, reflejan la perplejidad de la comunidad internacional con lo sucedido en Colombia el 2 de octubre, suceso que no puede ser pasajero para los medios ni para nadie.
Que no pase lo de los bombardeos en Alepo, Mosul y aledaños; ya entraron a ser parte del paisaje violento de todos los días en el mundo, como nos venía sucediendo con la violencia endémica en los últimos 50 años.