Miedos en el menú
La campaña electoral que se viene desarrollando, sin claridad aún sobre el favorito para ejercer el gobierno, tiene tanto de obligar a los candidatos a definirse por el centro derecha o por el centro izquierda con los extremos acosándolos, como de continuar usando las mismas armas para que la titeretada vote botando. Si de niños nos obligaron a rezar por la conversión de Rusia o de los masones entre diablos y fantasmas perseguidores, esto no ha cambiado. Es asustar a la gente, para que no sea la reflexión libre sino el acoso por miedo lo que produce los mejores impulsos para respaldar a este o aquel candidato.
También en otras partes; en los Estados Unidos, cuando no son los comunistas norcoreanos son los virus rusos, el arroz chino o los ovnis con extraterrestres, porque siempre deberá estar presente al menos un gran diablo que ayude a mantener la sociedad replegada, acobardada, domesticada y obsecuente. Decir, como lo dijo el señor Uribe, investido del síndrome de Jerusalén que hace mesías, que Fajardo y De la Calle son un peligro, porque detrás de ellos está el castrochavismo es eso: asustar beatas y usar la ignorancia en la cual han querido mantener a la gente para que les crean y los sigan como mascotas; pues ya sabemos que una manera de manejar a los animales es con el miedo.
Así las cosas, esta campaña incluirá mentiras asustadoras, a falta de proyectos de futuro edificados sobre los logros de la paz; en las redes sociales circulan ya innumerables mensajes de esta calibre, con afirmaciones mentirosas o falsas verdades contundentes que la gente va tragando entero, porque de eso se trata; sin posibilidades de verificarlas, discutirlas o siquiera rechazarlas en su fuente.
Adenda.- Al feminismo exaltado le salió Brigitte Bardot en Paris Match; sobre las denuncias de abusos sexuales en Hollywood, sencillamente dijo que son producto del oportunismo de mujeres seduciendo a los productores para que les den un papel y después, para que se hable de ellas en los medios cuentan que han sido objeto de abusos, distrayendo los temas importantes. Ridículas, añadió: “a mí me parecía encantador que me dijeran atractiva y que tenía una buena cola”.