Buscar las causas de los problemas
Es costumbre que los diarios no son para hacer planteamientos teóricos, pero esta vez el lector me va a perdonar uno breve. Si hay algo que unifica a la ciencia es su función de hallar las causas de los fenómenos, válido para todas sus disciplinas sea en la medicina, en la física, en la química o en las ciencias sociales; este enfoque es indispensable cuando se trata de fenómenos problemáticos o enfermedades, porque mientras no haya conocimiento de las causas, no hay control efectivo sino palos de ciego, manejo empírico o diletante de las situaciones.
Digo esto al leer la revista Semana, en su enfoque sobre la inseguridad que padecemos los colombianos, acudiendo a causas como las fallas en la administración de justicia que favorecen la reincidencia, el “ser pillo paga” y la falta de autoridad, medida por el número de policías vigilantes, que viéndolo bien son una misma cosa. Sin embargo, como situación problemática tiene variadas causas entre fundamentales y menos incidentes. Nadie podría negar los datos sobrecogedores presentados por Semana, como aquel según el cual unos 32.425 detenidos por lesiones personales o por narcotráfico, micro y macro, quedaron en libertad el año pasado.
Pero insistir en que el control de la delincuencia debe ser fundamentalmente policivo -algunos llegando hasta la pena de muerte-, olvida que la enfermedad social llamada delincuencia refleja el estado de la sociedad donde se manifiesta; dicho en otras palabras, hay que ir a las causas principales y no quedarnos solo en las consecuencias, para no seguir tomando el rábano por las hojas; la sociología sabe desde los padres fundadores que condiciones sociales de vida indignas alientan al delincuente común a transgredir las normas con las consecuencias que con razón tienen alarmada a la sociedad colombiana. Una cosa es usar la prevención atacando las causas para bajarla a “sus justas proporciones” y otra esperar a que la enfermedad se vuelva crónica para reprimirla, con todo el desgaste social que esto significa. Sin embargo, la situación es tan apremiante que tampoco es lo uno sin lo otro; causas y consecuencias deben ser atacadas porque el problema no da espera; la zanahoria y el garrote como decía Mockus.