III – La inestabilidad institucional
Como “culminación” del recuento/análisis de las reformas constitucionales que hemos tenido a lo largo de la historia, seguimos: e) En 1957 (1º. de diciembre), Plebiscito Nacional, entre otras reformas establece la paridad en la administración pública, entre conservadores y liberales. Para dar “vía jurídica” al Plebiscito, la Junta Militar de Gobierno, expidió dos ¡decretos legislativos! f) El Plebiscito es seguido por reformas en 1959, cuatro actos legislativos, el número 1 establece la alternación en la Presidencia de la República. Y siguen actos legislativos en 1960 y 1963. g) En 1968 la “gran reforma de Lleras Restrepo”; seguida por actos legislativos en 1975, 1977, dos, el segundo declarado inexequible por la Corte Suprema de Justicia y 1979, también declarado inexequible; y continúan1981 y 1983. h) Reforma constitucional de 1986 de Belisario Betancur, en la que se da un importante avance a la participación y la descentralización. Concluimos esta secuencia con dos actos legislativos en 1987.
La Constitución de 1991 surge de manera extra-constitucional, previos diversos malabares jurídico-políticos: “Séptima papeleta”, votación dividida de la Corte Suprema de Justicia en su función constitucional, acuerdo de paz con el M-19; presión a las Farc mediante bombardeo a Casa Verde, invitación abierta y permanente a los grupos subversivos para que participen en la Asamblea Nacional Constituyente. Aquí valgan como anécdotas: el Congreso de la República había sido elegido en el mes de marzo de 1990 con una participación electoral del 55,5%, la Asamblea Nacional Constituyente fue elegida en el mes de diciembre con una participación electoral del 26,1%. No obstante el compromiso político inicial del Gobierno, la Asamblea revocó el mandato de los Congresistas; el nuevo Congreso fue elegido en octubre del 91 con una participación electoral de 35,1%. Salvo unas pocas voces aisladas, nunca se dio el debate de causas, consecuencias, legitimidades.
Presento excusas a los lectores a quienes les hayan parecido “aburridos” los recuentos históricos de mis tres últimos artículos pero, ante las difíciles circunstancias políticas que estamos viviendo, como historiador me pareció oportuno hacer una reflexión, llevado por el dicho: “el que no conoce la historia se ve obligado a repetirla.”