
Iniciamos la semana con un cruce de cartas duro, muy duro, entre el senador Horacio Serpa y el alcalde de Bucaramanga, a propósito de una entrevista del mandatario en donde hizo alusión a “derrotar a Serpa” y a los liberales que han gobernado la ciudad. Luego el Senador replicó con tono subido y entonces el alcalde se despachó. ¡Troya!
Esas expresiones utilizadas por ambos, esos adjetivos, esas intimidaciones y esas manifestaciones desobligantes reflejan el mal momento por el que atraviesa la política regional, y de paso generan alarma en la ciudadanía por los desafíos planteados por lospesados contrincantes. Hasta pidieron “Tribunal de la Verdad”.
Si se trata de establecer responsabilidades penales o disciplinarias, Serpa y Hernández deben tener claro que para eso están los organismos de control. Y si al último alcalde liberal nadie lo ha sancionado es porque todavía se presume inocente, cuestión de la que debe convencerse Rodolfo hasta que no se demuestre lo contrario. Pero si el asunto va a seguir siendo el de llamar “corruptos” a todos los demás, el discurso siempre será lacerante. ¡Cuidado!
Entonces, mejor que la pelea sirva para algo. Que sirva para llamar la atención en las toldas liberales sobre su necesidad de renovación, su capacidad de autocrítica y su posibilidad de sobrevivir sin puestos ni contratos, pero sí con trabajo comunitario y control político estricto. Ejemplo de ello son los concejales René Garzón y Jaime Beltrán, porque Uriel Ortíz enmudeció después de su escándalo.
Y por otro lado, que sirva allá adentro en la Alcaldía para ocuparse de esos temas que tanto desvelan a la ciudadanía y que aún no encuentran solución, pues reina la anarquía. Reordenar la casa para hacer más visibles ciertas secretarías e institutos que pasan sin pena ni gloria, como Planeación e Infraestructura o como los institutos de empleo y deportes. Pueden seguir con el discurso anticorrupción, pero sin alevosía.
Aparte: penoso un aviso del Instituto de Cultura: “el viernes y el sábado…, no abrá servicio”. Abrá, sin “h”. ¡Vergonzoso!
