Sociedad y redes sociales
Esta sociedad de la que hacemos parte porque acá nacimos y labramos nuestro futuro, es variopinta, diversa, da de todo y se ha convertido en el nicho de una serie de personajes que buscan el control de los individuos, dominando sus mentes y capturando sus decisiones a través de lo que hoy se llaman redes sociales. Algunos de ellos buscan satisfacer sus ansias de poder a cualquier costo, no importa si sus peroratas y videos están cargados de mentiras, rumores, consejas: el fin justifica los medios. Si a la mayoría de personas nos resulta cómodo apelar a ellas para estar informados del acontecer diario, consultar cualquier tema o distraernos, no olvidemos que de algo tan útil se pueden estar aprovechando de manera indecorosa sujetos que conociendo la debilidad e incultura del pueblo, montan sus escenarios para atraer incautos y atarlos a sus falsos argumentos, sin sospechar que los están manipulando con un descaro absoluto.
Cuando uno valora lo que encuentra en esas redes, ya no son soberbias las ideas, sino las personas, pues pretenden meter en el ánimo del lector filosofías equivocadas, malsanas, proyectos que no se pueden cumplir. Para esos cibernautas a quienes el país ya en algunos casos premió en exceso, todo es válido. Hace un buen tiempo un líder político muy conocido en esta Nación afirmaba con total desenfado: “Calumnien, calumnien, que de la calumnia algo queda”. En la hora de ahora esa táctica sigue siendo utilizada por presuntos redentores de los males que nos aquejan, apelando orondos a discursos contrarios a la verdad, pues a la postre lo que les sirve son los réditos que esas reprochables conductas les producen. A algunos de ellos de manera contundente se les ha venido replicando en diferentes medios de comunicación porque el cinismo con el que proceden ya raya en el abuso.
Todos debemos estar alertas a esos cantos de sirena de mala procedencia que se han usado en otros escenarios públicos, y así se ha podido establecer por quienes los patrocinaron en su oportunidad, para no dejarnos engatusar de nuevos mesías oportunistas y farsantes. La sociedad sólo vale la pena si nos interesamos los unos por los otros, lo demás, es cerrar los ojos ante la trampa. Hay hombres que mienten hasta cuando no dicen nada.