Grímpolas
En vísperas de elecciones y cuando la época pareciera, incrustada en un mar de dificultades, es pertinente mirar hacia versiones, del pasado y reconocer las virtudes políticas de quienes ejercieron dignamente responsabilidades definitorias. Nacional imprecación de la tercera década incluía así la razón del voto del doctor Eduardo Santos:
Cada colombiano tiene hoy grandes deberes que cumplir y por mi parte no vacilaré en aceptar el puesto de responsabilidad que mis compatriotas llegaran a señalarme, siempre que con ello pudiera contribuir eficazmente a soluciones que se tradujeran en bien de la patria. Permítome considerar que para una postulación como la que ustedes generosamente me sugieren sería condición esencial, llegado el caso, la de explorar y conocer previamente no solo el parecer del liberalismo sino el de los diversos sectores de la opinión pública que quieran juntarse en su programa y esfuerzo comunes para crear una situación que garantice al país el funcionamiento de un gobierno genuinamente nacional, conciliador, austero y progresista, capaz de abrir el camino a una acción que vigorice el organismo político y económico de la nación, que asegure la prosperidad general y el bienestar del pueblo.
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Amistosa y oportuna bondad nos obsequió la primera edición denominada "El Solitario", de la que es autor el notable escritor santandereano Juan Camilo Rodríguez Gómez y patrocinador la Universidad Externado de Colombia. El Conde de Cuchicute y el fin de la sociedad señorial (1871-1945) encierran 650 páginas de particularidades biográficas y monográficas, así como estudios científicos de una raza que en dos espacios provinciales ejerció el capitalismo de las tierras y sus frutos, sugiriendo el viaje de los hijos al enigmático exterior a "estudiar comercio" y a derrochar, oro y monedas. Vendría además la severidad notarial y judicial con su despliegue interpretativo y definitorio de abogados, jueces y magistrados inclinados entonces más a la figuración que al estipendio. Formidable historia a propósito del Cuchicute, de un santandereano casi inverosímil, llamado José María Rueda Gómez, hijo legítimo de Timoleón Rueda Martínez y Simodocea Gómez de Rueda, asesinado el 21 de julio de 1945 por un trabajador suyo, en su hacienda condal de MAJAVITA de la comunera Ciudad del Socorro.