Grímpolas
Al doctor Juan Manuel Santos en el ejercicio constitucional de la Presidencia, insistentemente asediado por el ex-mandatario Álvaro Uribe Vélez, le está ocurriendo lo mismo que al moderado presidente Eduardo Santos Montejo, 1938-1942, también apresurado por la "revolución en marcha" de Alfonso López Pumarejo, reelecto para el período 1942-1946, con la traumática interrupción manejada hábilmente por el Designado Alberto Lleras Camargo en el último año. Es que los prestigios de López y Uribe son algo parecidos con autoritarismo democrático. El Presidente Juan Manuel Santos tiene sus semejanzas muy marcadas con el tantos años propietario y director de "El Tiempo", periódico que también hace y deshace en la política nacional. Esperemos a ver si al doctor Uribe Vélez le pica la reelección como le picó a López "el viejo", así apodado para diferenciarlo de su hijo, fundador del M. R. L.
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Las cosas a su tiempo frecuentemente son demoledoras. El "coscorrón" lo fue demasiado tarde, porque el publicitado absolutismo oficial y la constante figuración televisiva, acompañada finalmente de personales alusiones a quienes se asomaban a la contradicción, fueron derribantes. La santandereanidad es severa y el comportamiento costeño apenas llamativo en exclusivas manos de las bellas damas y en los admirables textos de los García Márquez,
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Y ya empezaron propósitos respecto de la nueva Dirección Nacional Liberal encargada principalmente de la reorganización del gran partido, con el reintegro de los sectores cobijados por nuevos nombres para los efectos de las candidaturas al Congreso y demás corporaciones. El Liberalismo debe regresar a ser uno, obviamente con directiva plural que integre y unifique. Seis o siete jefes, auténticos jefes, retornarían las esperanzas de un Gran Partido para la elección unánime de un nuevo Presidente, si es que no se cumplen los únicos no disimulables defectos de la jefatura única enunciados por el ex-presidente Samper, precisamente para ver si cuela la intención y sorpresivamente volver a ser él, director supremo, sin querer queriéndolo; con la ayuda de su antiguo compañero, primero en todo.