No solo cárcel (II)
Nuestras cárceles actuales son indignas de seres humanos. El hacinamiento, la promiscuidad, el ocio, las condiciones higiénicas, las han convertido en antros de putrefacción humana, física, sicológica y moral. Todo recluso debería tener una pequeña celda con los servicios indispensables, ejercer una labor productiva, recibir un trato digno y ser sujeto de programas de educación y resocialización.
No debería aplicarse sino a los delitos graves y aquellos que exigen privación de la libertad. Para muchos de ellos se podría recurrir al servicio social, a penas pecuniarias etc...
En algunos casos de delitos muy graves, de especial peligrosidad, largas condenas…se podría recurrir al confinamiento en sitios de difícil acceso en ambientes dignos; en determinadas circunstancias y condiciones (edad, enfermedad….) podrían residir allí con acompañamiento.
En ello, en lugar de avanzar, hemos retrocedido. Un falso humanitarismo llevó a cerrar la colonia del Araracuara, en lugar de haberla convertido en una enorme, moderna y humana granja agrícola de confinamiento. Se podrían crear establecimientos análogos, en mejores condiciones y ejemplos de ecología. Carimagua etc..., y algunos de los actuales sitios que ocupan transitoriamente las Farc podrían acondicionarse para ello. Las cárceles citadinas (acondicionadas a la dignidad humana) deberían ser para condenas cortas, menores de 10 años. Otro falso humanitarismo y en demagógica defensa de los “derechos humanos”, acabó con el trabajo obligatorio y productivo en condiciones dignas de los confinados. Para los grandes corruptos y/o ladrones la privación de la libertad debe complementarse con otras penas como aquellas pecuniarias que lleguen hasta la expropiación de todos sus bienes, para que no salgan de las cárceles a usufructuar lo robado. Los contratistas corruptos deberían vetarse de por vida para contratar con el erario. Los empleados públicos corruptos deberían inhabilitarse de por vida para servir al Estado.
Las sanciones actuales de los corruptos (Casos de Interbolsa, de los Moreno y los Nule etc.…) parecen juegos de niños, son una burla para la sociedad y no son ejemplarizantes. Añádase a esto que pocos son capturados y la mayoría de ellos se la juegan a una verdadera justicia a través de abogadillos y triquiñuelas. (Continuará)