¿Quieres ser presidente?
Proliferan personas que suspiran por ser Presidentes de este bello pero endemoniado país. En nuestro país tal mercado se ha “democratizado” mediante el minifundio partidista y la recolección de firmas. Cualquiera puede lanzarse.
La mayoría lo han hecho recolectando firmas que a nada comprometen. “Una firma no se le niega a nadie”; “no hay que frustrar una aspiración o negar una oportunidad”, reza el saber popular. Recolectarlas, por demás, se volvió un negocio; pululan las empresas para ello, no importa que muchas sean espurias. La verificación la pagan impunemente los contribuyentes.
Lograda la candidatura el camino es todavía arduo. Pero por la vía del populismo, a cualquiera le puede sonar la flauta. Estamos viviendo una situación en la cual se ha devaluado el voto y banalizado las campañas. Tales circunstancias complican la axial decisión del escoger a nuestro futuro Presidente.
La selección no va a ser fácil ya que abundan los aspirantes, las coaliciones y las alineaciones. Por lo tanto es fundamental un llamado a la reflexión, la responsabilidad y la ponderación.
Asombra el ansia de tantos compatriotas de ser Presidentes. La tarea a realizar es colosal, desagradecida. Se requiere contar con un equipo de fieles colaboradores. ¿En quien confiar? Con el dicho que “la política es dinámica” en tal actividad se cuecen tan asombrosas incoherencias e inimaginables traiciones que llevan a acordar con Diógenes: “mientras más conozco a los hombres más confío en mi perro”. Querer serlo es fácil pero estar preparado es otra cosa.
Dirigir aceptablemente este país desencuadernado y de eternos descontentos es una odisea. Las circunstancias son muy complejas. La implementación de los acuerdos con las Farc va a tener que sortear dificultades de toda índole; las arcas públicas están vacías; la capacidad de endeudamiento es reducida; la productividad está en caída; las exportaciones no despegan; el desempleo y la informalidad nos abaten; el sistema de salud amenaza ruina; las bandas criminales financiadas por el narcotráfico son poderosas; nuestra vecindad es desastrosa.