Para qué ser presidente
Abunda la cantidad de ciudadanos candidatos a la Presidencia. Se dice que todo político aspira a serlo.
Muchos de ellos ya se quedaron a la vera del camino y otros fenecerán en pocos días. Pero afortunadamente habrá suficientes para escoger, en su mayoría competentes. Nuestra tarea de buenos ciudadanos será optar a conciencia aquel que consideramos el mejor para promover el bienestar general.
Las motivaciones de los seres humanos son arcanas y diferentes; no es fácil descubrirlas con certeza porque, especialmente en política, ”en más de una ocasión sale lo que no espera”. Pero no es inútil tratar de descubrirlas a través de la historia personal y la índole de sus acompañantes.
Entre tales motivaciones están las siguientes: el dinero, la vanidad, el poder, el servir.
No creo que algún candidato aspire a ese cargo para enriquecerse, pues hay caminos mucho menos riesgosos y más expeditos para hacerlo. La remuneración que se recibe es muy poca con relación a la tarea y responsabilidad. Tocaría hacer trampa. Para ello es mejor más abajito, comenzando por edil.
Los Presidentes están en la mira de todos. En la historia de nuestro país han sido pocos aquellos que han sido acusados y todos absueltos. El caso del pobre Marco Fidel Suárez resultó ser una persecución personal. Rojas Pinilla fue juzgado y absuelto por un Congreso adverso. Con López Michelsen el pleito Vives-Peñalosa quedó en tablas. A Uribe los hijos le resultaron “aviones” pero nada más. En otros lares como Brasil, Guatemala, Perú,.. es diferente.
A algunas personas les pica el bicho de la vanidad, más en esta sociedad de los medios y las apariencias donde ser exitoso coincide con “ser famoso”, en lo que sea, hasta en los trinos, el instagram y la farándula. Aparecer en los titulares, dar de qué hablar, llevar una banda presidencial puede gustarle a algunos. Aunque las delicias y oportunidades de una vida privada sean incomparables.
Tan poderosa es la vanidad humana que una vez llegados al poder se engolosinan y buscan por todos los medios permanecer en él, como los reyezuelos de otrora. (continuará)