La parábola del escarabajo
Con una sonrisa empezó la carrera y así llegó luego de la novena etapa, cuando perdió casi 4 minutos y terminó por fuera de los diez mejores del Giro. Ese talante optimista y luchador lo había llevado de practicar bicicross en los 90, a conformar su propio equipo de ciclistas y a ser segundo en Italia, con tan solo 26 años, en su segunda participación.
Alcanzó a ser líder, ganó una etapa y perdió el liderato en una jornada en la que el favorito de todos demostró porqué es de los mejores. En el circuito de Turín ayudó a Urán luego de una caída, un día después de que el antioqueño le brindó un salvavidas al escalar el último puerto de primera categoría de la competencia y mientras veía cómo se le escapaba el liderato. “No hay excusas, no tuve fuerzas para responder”, dijo aún sonriente a la prensa al cruzar la meta.
Esteban Chaves es un colombiano ejemplar. En el Giro tocó con fuerza la puerta de la élite del ciclismo. Sin crear falsas expectativas, sonriendo en la victoria y en la derrota, siempre profesional, humilde, modesto, responsable y sereno en sus declaraciones, nos hizo a todos el domingo pasado un poco más colombianos. “Si me hubieran dicho hace tres años que sería segundo del Giro en 2016, me hubiera reído”, dijo cuando un periodista le inquirió al perder el liderato un día antes del final.
Habla inglés e italiano, y en un español muy bogotano nos dijo que los sueños se pueden cumplir, que luchemos y creamos en nuestras metas, una semana después de haber reclamado públicamente a Peñalosa el poco apoyo que da a quienes quieren seguir sus pasos.
Esteban Chaves, agradecido siempre, es un subcampeón que no se quitó la medalla al recibirla -como hacen hoy los futbolistas que ganan más del doble que él- y que nos demostró también que ese cuento de que “el segundo es el primer perdedor”, solo es cierto para quienes no valoran lo que alcanzan luchando limpiamente por ello.