El retrovisor de la paz
El 4 de julio se cumplirán 25 años de la promulgación de la Constitución, sin duda alguna, el más amplio y profundo proceso de construcción colectiva y concertación política que ha vivido nuestro país. Herramienta principal de una profunda y positiva transformación, la Constitución de 1991 es con seguridad la semilla del proceso que llevó a Santos a la firma del cese al fuego bilateral con las Farc.
El proceso constituyente que derivó en la actual Carta, nos enseñó que la democracia no solo es problema de las instituciones, sino también de relaciones sociales, comportamientos individuales y activismos constructivos. No en vano, Bobbio definió las constituciones como tratados de paz a largo plazo.
Ayer terminó, al menos simbólicamente, la guerra armada que desde 1964 enfrentaba a las Farc con el establecimiento. Eso resulta tan significativo para Colombia como la victoria de la séptima papeleta –otro símbolo- en marzo de 1990. Y todo lo que ha ocurrido en este país desde ese entonces, contribuyó sin duda al logro político del que fuimos testigos este jueves.
Estos fenómenos deben analizarse siempre con perspectiva histórica. No se habría firmado el acuerdo en La Habana si no se hubiera modificado hace 25 años la Constitución; si en ese entonces no se hubieran reinsertado los grupos guerrilleros liderados por el M-19; si las decisiones económicas que modificaron el modelo de desarrollo no hubieran vinculado a Colombia a circuitos de progreso más cualificados; si no se hubiera agotado el modelo del diálogo por el diálogo en El Caguán; si no se hubieran fortalecido las Fuerzas Armadas de la mano del Plan Colombia; si el senador Uribe no hubiera debilitado militarmente a los subversivos; si Santos no hubiera tenido la astucia y persistencia para plantear una Mesa de Diálogo sacrificando parte significativa de su capital político. Toda una sucesión causal.
Esta no es solo la paz de Santos, es de Gaviria, Samper, Pastrana, Uribe y de quienes los elegimos. Los países son moldeados por la historia mediante las decisiones de sus ciudadanos. Por eso la paciencia con determinación será clave durante los próximos 25 años.