El aumento de los desastres naturales
En los últimos 50 años los desastres provocados por fenómenos naturales y por intervención del hombre se han cuadruplicado en el país, es decir, que por tales causas en dicho lapso y, proyectado hacia el futuro, el aumento ha sido y será significativo tanto en pérdidas socioeconómicas como en el número de personas fallecidas, desaparecidas y afectadas.
Ello pese a que en el último medio siglo se han hecho esfuerzos normativos e institucionales para enfrentar los impactos negativos de tales hechos de la naturaleza, buscando que haya cada vez más conocimiento del riesgo, se logre reducir éste y se mejore en el manejo del desastre, o sea, haya cada vez más prevención y recuperación posterior al evento desastroso. Pero la comunidad aún tiene grandes vacíos al respecto, lo que se traduce en inmensas limitaciones para asimilar y prevenir dichos fenómenos y por eso sueñan con avances en políticas de participación, protección, seguridad ciudadana y responsabilidad social.
El que se hayan cuadruplicado en tal lapso los desastres provocados por fenómenos naturales pone de relieve que cada día un mayor número de regiones, ciudades, pueblos y habitantes están expuestos a tales desastres y que crece, día a día, el número de colombianos en estado vulnerable, personas que no tienen aún suficiente capacidad de asimilación, adaptación, resistencia y recuperación de los hechos de las fuerzas de la naturaleza.
Las amenazas más recurrentes son las inundaciones, seguidas de los deslizamientos, desprendimientos, derrumbes, volcamientos, movimientos sísmicos, avalanchas. Todos provocan muertes, daños económicos, humanitarios, familiares y socioculturales. Pero las autoridades y la comunidad en general, más que prevenir el riesgo, reaccionan frente a las consecuencias inmediatas de cada nuevo desastre. Es decir, no hemos avanzado significativamente en la mitigación de los factores de riesgo y afectación que hay, pese a que son identificables, ‘anticipables’ y modificables para que los efectos no sean funestos.
Se sabe que el deterioro ambiental, la deforestación, la urbanización no planificada, los malos usos del suelo, la pobreza, la migración interna forzada por el conflicto interno armado, etc., han aumentado la exposición de grandes franjas de la población a la posibilidad de ser impactadas por fenómenos naturales y es sustancial luchar por reducir el riesgo ante el notorio aumento de desastres naturales, pero cada nuevo desastre nos coge desprevenidos.