Los culpables directos del caos diario
Si Bucaramanga está semi paralizada en sus vías por culpa de las varias obras públicas en marcha, es necesario decir que a esta situación llegamos no por la eficiencia, sino, todo lo contrario, por la incapacidad de la administración municipal, pues todas han comenzado tarde, lo han hecho parcialmente y tienen más de un enredo jurídico de por medio, todo lo cual concluye en la total descoordinación entre los frentes de trabajo y la vida ordinaria de la ciudad. Es decir, que por ahora lo único que hemos obtenido es un deterioro notable en la calidad de vida de los bumangueses.
El gobierno local no puede seguir llamando a la comunidad a la paciencia eterna, en virtud de que está trabajando por el desarrollo necesario en la infraes-tructura vial de la ciudad, porque eso no es serio. La verdad es que Bucaramanga padece una situación de emergencia, debido a la imprevisión, y la acumulación de obras en ejecución es evidencia de tal cosa.
Pero las obras no solo comenzaron tarde para la planeación que habían te-nido. También están retrasadas, como lo ha sostenido la Cámara de Comercio de Bucaramanga y las demoras en la entrega de algunas de ellas van a llegar, según esta entidad, al doble o más del doble del tiempo por el que se contrataron y mientras tanto, el sacrificio que haya que hacer, va por cuenta de la ciudadanía que debe someterse a toda clase de incomodidades que, incluso, golpean su economía personal y familiar.
El aumento en los recorridos y el tiempo que miles de personas deben padecer entre sus casas y sus trabajos es parte de esa onerosa incomodidad, pero el asunto toma visos de opereta cuando en las vías alternas que se sugieren, se encuentran con otras obras en ejecución que les cierran o les dificultan significativamente el paso.
¿Por qué tienen que recaer en el ciu-dadano las consecuencias del caos admi-nistrativo? ¿Por qué no asumen las em-presas constructoras la responsabilidad de adelantar sus trabajos con los turnos y las condiciones que sea necesario para no recostarse sobre el ciudadano y dejarlo a él con la peor parte del problema?
Es que para no citar sino un ejemplo, el doble turno de trabajo en las obras del tercer carril hace rato ha debido exigírsele al contratista, que impasible trabaja poco y cierra vías como se le antoja.
Pero además, ¿por qué la administra-ción municipal muestra una conducta tan pasiva respecto de los contratistas y no defiende el interés de la comunidad?
Que quede claro: el caos de la ciudad no es consecuencia del progreso, sino de la indolencia y la incapacidad de los dirigentes para administrar la ciudad y los contratistas para trabajar diligentemente.