Algo falla con el turismo en Santander
Las cifras aunque crecientes, no son precisamente prometedoras. La ocupación hotelera en Santander, tanto la de fin de año como la del 2015 en promedio tuvo un ligero incremento de poco más del 1%, que si bien es algo alentador, se queda muy lejos de lo que debería haber sucedido dada la coyuntura. Sobre todo, porque el porcentaje de camas ocupadas sigue sin superar el 45%.
Es con un dólar caro que obliga a miles de colombianos a viajar dentro del país cuando antes consideraban el exterior, unido a la entrada en funcionamiento de proyectos turísticos como El Santísimo y Acualago en Bucaramanga y el área metropolitana, han debido jalonar de manera significativa la llegada de visitantes.
Pero no lo hicieron. Y como no lo hicieron, es labor de las autoridades departamentales y municipales del ramo, así como de los gremios del sector, analizar y determinar qué es lo que está sucediendo para aplicar los correctivos del caso. Y más aún, cuando se considera que la apuesta del sector privado en cuanto a inversiones para la industria sin chimeneas continúa en aumento con nuevos hoteles proyectados para abrir en el futuro próximo.
¿Se está promoviendo como es debido, a los segmentos deseados y a precios acertados el departamento en el resto del país y en el exterior? ¿Existen campañas publicitarias fuertes, ingeniosas y con buenas ofertas que muestren lo que tiene para ofrecer Santander e incrementar así el turismo? Pero sobre todo, ¿está la región preparada para recibir a estos visitantes de manera que regresen a sus lugares de origen y promuevan mediante sus recomendaciones positivas la afluencia de más turistas?
Estas y muchas otras preguntas que por materia de espacio no alcanzan a ser planteadas en estas líneas, deben tener respuestas claras y concisas.
Pero aún así, la tarea no está completa. Y no lo está, porque mientras la capital de los santandereanos y su área metropolitana en general sigan sucias, con basuras e inseguridad en sus calles así como un ornato abandonado a su suerte; mientras no se instaure una cultura de atención al turista y servicio al cliente que lo hagan sentir siempre bienvenido y mientras no se invierta en infraestructura básica comenzando por el mismo aeropuerto, que debería ser acorde no solo en cuanto instalaciones, sino en diversidad de rutas aéreas a lo que es la quinta ciudad del país, muchos de los esfuerzos que se hagan para impulsar el sector se quedarán cortos, con crecimientos magros de un solo dígito, tal como se ha visto hasta ahora.