La delincuencia sigue ganando terreno
Bucaramanga ha vivido en los últimos meses un recrudecimiento del accionar delictivo que no solamente preocupa a los dirigentes sociales y gremiales, sino que se toma ya el ánimo de los ciudadanos que no se sienten tranquilos cuando están en la calle, lo que es un factor que demuestra un significativo deterioro en la calidad de vida de las personas que aquí residen o trabajan.
La inseguridad, si continúa subiendo como evidentemente lo está haciendo si nos atenemos a los últimos casos registrados, terminará por afectar, además de la tranquilidad de las personas, la imagen de la ciudad ante el país, lo que, consecuentemente hará que disminuya el interés, hasta ahora creciente, de inversionistas tanto nacionales como internacionales en varios campos de desarrollo locales como el comercio o la construcción.
No cabe duda de que se ha retrocedido en los niveles de seguridad; los ciudadanos están sufriendo en carne propia nuevas modalidades de delincuencia como los asaltos en moto a transeúntes y conductores, y hemos también regresado a modalidades de atraco que parecían erradicadas como el ocurrido recientemente en Cabecera, donde una casa fue tomada por asaltantes que amarraron a los habitantes y robaron lo que se les antojó sin que hubiera habido respuesta alguna de parte de la Policía.
Bucaramanga necesita con urgencia no solamente que la autoridad policial re-tome el control de los espacios públicos y sea efectiva garantía en la salvaguarda de la vida, honra y bienes de las perso-nas, sino que se defina por parte de la autoridad civil una política en tal sentido que procure los medios, las estrategias y las acciones de todo orden encaminadas a devolver la tranquilidad a los bumangueses.
No puede ser segura una ciudad en la que el espacio público está invadido en alta proporción, en la que las motocicle-tas no tienen control eficaz para evitar que sean vehículos de asalto y raponeo, entre otros delitos. No se puede tener unas calles confiables si carecen de alumbrado, tienen lotes sin cerramiento o son zonas vedadas por las bandas delincuenciales.
En fin, no podemos aspirar a vivir en una ciudad que nos ofrezca confianza si las autoridades civiles y de Policía no se comprometen seria y urgentemente con el cumplimiento de ese deber, antes de que la delincuencia siga ganando terre-nos en las calles y en la impunidad de que ahora goza.