Inseguridad, jueces tolerantes y falta de cárceles
La inseguridad en las calles es sin lugar a dudas uno de los problemas que más afectan a la ciudadanía. Salir del hogar con el temor constante a ser víctima de un asalto a mano armada con una alta probabilidad de lesiones personales o no poder siquiera recibir una llamada porque se corre el riesgo de sufrir como mínimo un raponazo de delincuentes desde una moto, es a lo que se enfrentan a diario cientos de miles de colombianos a lo largo y ancho del país incluidos claro está, quienes residen en Bucaramanga y el área metropolitana.
De hecho, las estadísticas oficiales sobre el tema a pesar de ser ya demasiado altas, ni siquiera tienen la confianza de la opinión pública ya que se trata de delitos tan propagados, que un gran porcentaje de quienes los sufren ni siquiera se toman la molestia de denunciarlos a las autoridades ante el convencimiento de que no habrá consecuencias para los perpetradores.
Así las cosas, esas son las razones que explican la percepción tan alta de la ciudadanía sobre la inseguridad reinante así como el aumento constante de la falta de credibilidad en las autoridades.
Pero el problema va mucho más allá.
Y va mucho más allá porque esa alta sensación de inseguridad, a pesar de las opiniones generalizadas, no es culpa ex-clusiva de las autoridades del ramo, es decir, la Policía.
Y es que de analizar con más detenimiento algunos ángulos de la situación, como por ejemplo que la Policía en Bucaramanga realiza más de 40 detenciones diarias entre sospechosos, delincuentes en flagrancia y cumplimientos de órdenes de captura, que poco después son dejados en libertad por los jueces, el asunto toma una perspectiva totalmente diferente.
En otras palabras, cuando cientos de delincuentes son aprehendidos por las autoridades, muchas veces durante o poco después de cometer un hecho ilícito como un asalto o un atraco, para volver a las calles a reincidir poco después de ser presentados ante un juez, se aprecia la verdadera dimensión y causas del problema.
Eso, claro, y el hecho de que además las cárceles no dan abasto y en estos momentos hay más de 350 individuos retenidos en las estaciones de Policía de la ciudad porque los penales locales no pueden recibirlos debido al hacinamiento.
La situación, como puede verse, es bastante más compleja de lo que puede percibirse a primera vista y mientras el Estado no se resuelva con seriedad no solo a construir nuevas cárceles para aislar a tanto delincuente que opera a sus anchas gracias a la impunidad imperante, sino también a comprometer a la rama judicial y específicamente a sus jueces a aplicar los castigos con severidad, la inseguridad continuará siendo el principal flagelo que no les permite a los ciudadanos ni siquiera salir a la calle.