Amenazas de mano dura que impactan nuestra ciudad
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, parece haber terminado ya con los últimos rezagos de apariencia de democracia que le quedaban a su gobierno. A las dilaciones intencionales en el procedimiento para convocar el referendo revocatorio impulsado por la oposición y la ratificación de la condena a casi 14 años al líder opositor Leopoldo López, se suman ahora las declaraciones con las que ha amenazado a la oposición de reprimirla con la mayor severidad si se intenta un golpe de Estado. Según el mandatario venezolano, la represión en el vecino país será aún peor que la ocurrida en Turquía hace unas semanas, cuan-do se intentó un golpe contra el gobierno de Tayyip Erdogan y que dejó 272 muertos. Dijo Maduro que Erdogán parecería “un niño de pecho” frente a la mano dura que tendría él en caso de intentarse una rebelión de lo que él cataloga como ‘la derecha’. Estas declaraciones muestran la radicalización insostenible en que se encuentra Venezuela y de la cual hasta Bucaramanga empieza a sentir sus consecuencias.
La gravísima crisis económica, la pérdida de las garantías fundamentales de los ciudadanos, así como el incremento en las cifras de violencia, han hecho que los venezolanos sientan que no hay más futuro en su país e inicien una migración a Colombia, y dentro del país, a Bucaramanga. Según las cifras publicadas ayer por este medio, entre tres y cinco familias venezolanas están llegando diariamente a la ciudad, con el fin de radicarse aquí. Esta situación se ha incrementado con la apertura hace unas semanas de la frontera con Venezuela, lo que hará que la llegada de inmigrantes vecinos se incremente en los próximos meses.
Ya se reportan casos de trabajadores venezolanos que están optando por la informalidad, así como de algunos que han sido víctimas de explotación laboral ante su condición ilegal en el país. Así mismo, en Barrancabermeja se registró la presencia de 32 venezolanas que ejercían la prostitución. Tras de todas estas personas hay un drama por la supervivencia, pero también implican un reto y una difícil situación para la ciudad, que hoy no tiene cómo hacerle frente.
El Gobierno Nacional no puede seguir haciéndose el ciego y el sordo ante la crítica situación venezolana ni pretendiendo que ni allí pasa nada, ni que aquí no estamos empezando a sufrir las consecuencias de la grave crisis del país vecino.