La paz en el limbo
Hace ya tres semanas que los colombianos que votaron por no refrendar los acuerdos de paz a los que llegaron en La Habana las Farc y el Gobierno se impusieron en las urnas. Son tres semanas en las que el anhelado fin de la guerrilla más vieja del país quedó suspendido, por la negativa de la mayoría de los votantes de que se refrendaran los acuerdos de paz que durante cuatro años se estructuraron entre los líderes de la guerrilla y los negociadores del Gobierno.
Nadie discute la legitimidad de este proceso democrático. Pero el tiempo pasa y con angustia se empieza a vislumbrar que no existe una propuesta clara para sacar del limbo a las negociaciones de paz.
Mientras se esperaba una propuesta concreta de los líderes del No, empezaron a fraccionarse los argumentos entre quienes proponen cambios viables que en verdad construyan un mejor acuerdo para el país y quienes en realidad solo quieren que se ponga fin a las negociaciones.
El país no puede perder la perspectiva de la magnitud del momento al que se ha llegado con las Farc. Nunca antes en la historia de Colombia se había estado tan cerca de poner fin a décadas de violencia, sangre y desolación. En las siete semanas que completa el cese bilateral al fuego, no hay noticia de una sola muerte, atentado, secuestro o extorsión por parte de este grupo guerrillero. Esa realidad, posible tras unos acuerdos, era impensable hace unos años, y la posibilidad de hacerla definitiva no puede perderse de vista.
La paz no puede quedar en el limbo. Si bien se entiende que una renegociación de los acuerdos, como democráticamente se ha pedido, no es algo inmediato, esta suspensión de los diálogos no puede ser indeterminada. La presencia de los garantes de la ONU y la concentración de los guerrilleros en las zonas especiales, por ejemplo, no son sostenibles en el largo plazo.
No obstante, la llegada de los negociadores de nuevo a La Habana y la reiteración de la guerrilla de querer dejar la vida armada y constituirse en una fuerza política llenan de esperanza de que esta nueva etapa del proceso de paz podrá llegar a buen puerto. Ojalá las propuestas de los líderes del No sean de buen recibo, y entre todas las partes se pueda construir un nuevo acuerdo que reconcilie a un país dividido y haga realidad el sueño de, por fin, poder ver una Colombia en paz.