Sanciones inocuas a ‘pasajeros piratas’
No cabe duda de que uno de los problemas más difíciles de solucionar en varias de las capitales del país es el del tráfico vehicular. Son muchos los desafíos que se deben afrontar, como el lento crecimiento de la malla vial, su estado de deterioro, el aumento en la circulación de carros, bicicletas y motocicletas, la carencia de suficiente personal de alféreces o el atraso tecnológico en semaforización y otras herramientas, pero a todo esto se le ha sumado el factor más complejo y desestabilizador como es el transporte ilegal o ‘pirata’.
Todas las deficiencias que por años acumuló el sistema de transporte público en las ciudades, tanto de buses como de taxis y en los últimos años la entrada en funcionamiento del Sistema Integrado de Transporte Masivo, Metrolínea, que no termina de consolidarse, hicieron caer a niveles insostenibles la oferta del servicio, en cantidad y calidad, lo que abrió un gran portón por el que se instaló la piratería, que es, quizás, el único sector del transporte en crecimiento en este momento.
Y así como el fenómeno va en aumento, se ha visto también superada por mucho la capacidad de las autoridades de tránsito y policía para hacer que la ley opere frente a estas personas que, seguramente sin que sea su objetivo, desangran el sistema de transporte público y ponen a la ciudad en verdaderos aprietos en este campo. Se han intentado muchas estrategias para contener el avance inusitado del transporte pirata, pero ninguna ha logrado mayor cosa y por momentos se ve el desespero de las autoridades por su inoperancia.
Ese desespero, por ejemplo, debe ser el que llevó recientemente a la Superintendencia de Transporte a establecer un protocolo para sancionar, ya no solo a quien conduzca un vehículo de transporte ilegal, sino a los que sean pasajeros del mismo, que serán citados a un curso del que derivará una sanción de $114.900, si no asiste.
No cabe duda de que la Superintenden-cia de Transporte tiene buenas intencio-nes y posiblemente buenas ideas, pero con normas como esta, en la que el in-cumplimiento de la norma no puede ser efectivamente castigado, no solo no va a controlar la piratería, sino que fomentará aún más la idea de que las normas y los agentes de tránsito son rey de burlas, en un país que adolece gravemente de educación, conciencia y cultura ciudadana.