Una sociedad enferma
El crimen de Yuliana Andrea Sam-boni, de 7 años, ha dejado a un país sumido en la indignación y la tristeza. Y a medida que pasan las horas esta indignación y petición de justicia crecen. El caso de esta niña, abusada, torturada y asesinada de forma brutal presunta-mente por el arquitecto Rafael Uribe Noguera, deja al desnudo la gravísima realidad del abuso infantil en Colombia. Pero también la fragilidad de la Justicia en el actuar frente a estos atroces hechos, pues el mismo Fiscal General, Néstor Humberto Martínez, aseguró que antes de que las autoridades llegaran al apartamento donde fue hallada muerta la niña, la escena del crimen fue manipulada.
El caso preocupa aún más, pues el presunto victimario pertenece a una prestante y reconocida familia bogotana y la víctima a una humilde familia del barrio Bosque Calderón de la capital, y cierto es que en este país la Justicia a veces solo recae sobre los más débiles.
Sin duda todo lo que acompaña el ase-sinato de Yuliana Andrea da cuenta de una sociedad profundamente trastorna-da y enferma. Según las cifras de Medi-cina Legal, en el país a diario son abusados sexualmente 122 niños, siendo las niñas entre los 10 y los 14 años las principales víctimas; pero además, 2,5 niños son asesinados cada día.
Mientras esto sucede, 115 mil menores están bajo la tutela del Icbf por haber sido víctimas de algún tipo de abuso sexual, maltrato o abandono. Y en todos estos casos, el victimario es, en la mayoría de los hechos, un miembro del núcleo familiar, donde la permisividad de las madres juega un papel preponderante.
Estas cifras muestran a una sociedad trastornada, una sociedad que ha descargado toda su furia y frustración contra sus niños, y que está cosechando en ellos un futuro desolador como país.
Gran parte de que el fenómeno se siga repitiendo una y otra vez sin freno es la inoperancia de la Justicia, la absoluta incapacidad de las instituciones de proteger a las víctimas y la indiferencia con la que nos acostumbramos a vivir como colombianos.
El caso de Yuliana Andrea debe ser juzgado con la mayor severidad posible y no se puede permitir que la responsabilidad del asesino quede enredada en trámites y dilaciones al proceso.
Este país no puede seguir acostumbrado a que asesinen y violen a sus niños y pretenda seguir como si no pasara nada.