¡Qué mal ejemplo!
Llamar “bochornoso” el episodio protagonizado por el concejal de Bucaramanga Uriel Ortiz y la jefe de Control Interno del Instituto de Vivienda de Interés Social de Bucaramanga, Invisbú, Adriana Durán Cepeda, sería demasiado generoso. El video publicado en días pasados en el cual se observa cómo estos dos servidores son obligados a abandonar un bus intermunicipal por las quejas de los pasajeros ante su comportamiento, desdice de todas las formas lo que se esperaría de un representante de los ciudadanos en el Concejo y de una trabajadora de una entidad pública.
Si bien el concejal ha sostenido que nunca fue violento con los policías que re-quirieron su descenso del vehículo, esta no puede ser una justificación para el comportamiento desplegado por el conce-jal y su acompañante. Pretender filmar a los policías que llegan al lugar por requerimiento de los pasajeros como una medida intimidatoria, consumir bebidas embriagantes en un bus intermunicipal y fumar dentro de este son conductas abiertamente deplorables. Pero si a esto se le suma, la actitud de Durán de desafiar a la Policía de la manera en que lo hizo, aparentemente en avanzado estado de alicoramiento, lo que hay es una abierta agresión a la institución policial y un desconocimiento de los mínimos de comportamiento en comunidad, además de una lejanía absoluta de lo que se espera de un trabajador del Estado.
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En momentos en los que el Concejo de Bucaramanga es, según las encuestas de percepción ciudadana, la entidad con peor imagen de la ciudad, flaco favor le hace a la institución un espectáculo como el protagonizado por el concejal Ortiz.
En otras latitudes con una conciencia política más madura que la nuestra, se-ría inadmisible un espectáculo como el protagonizado por el concejal Uriel Ortiz. Un miembro de una corporación de elección popular debe ser una persona intachable en sus actuaciones, íntegra en ante la opinión de los demás y cuyo actuar no debe dejar lugar a dudas, pues son ellos quien representan a una sociedad.
El lamentable hecho protagonizado por el concejal Ortiz y la funcionaria Durán Cepeda muestra cómo en nuestro país se ha tergiversado la función pública y los funcionarios, lejos de ser los primeros en demostrar con su actuar el ejemplo de cómo debe comportarse una sociedad, creen que están por encima de las normas mínimas.
Qué lejos estamos de tener en las corporaciones públicas y en las entidades del Estado a personas de las más altas dignidades. Si así lo fueran, jamás tendríamos que presenciar un espectáculo tan grotesco.