¿Chambonada de tiempo indefinido?
La historia del tercer carril de la au-topista entre la Puerta del Sol y el barrio Diamante parece de nunca acabar. En sus pasajes hay capítulos de despropósitos e inmoralidades, como la manera altamente sospechosa en que se adjudicó la licitación de la obra, así como su costo hasta el momento, muy por encima de lo originalmente estipulado. Pero hay también apartes de ineptitud, traducida en los excesivos retrasos para la entrega, torpeza en el manejo que se le dio al tránsito durante la ejecución y apatía por la suerte que corriera la ciudadanía mientras todo lo anterior sucedía.
Pero lo peor, es que todavía la pesadilla no termina.
Y no termina, porque además de que en el presente se encuentran carriles nuevamente cerrados por trabajos no terminados con los infartos en el tráfico que son de esperarse, los conductores que a diario deben pasar por el sector aún no salen de su asombro por el estado precario no solo en que continúa la obra, sino en que se abrió para su uso.
Desniveles que obligan a intempesti-vas reducciones de velocidad bajo la amenaza de acabar con los amortiguadores del vehículo y que a su vez aumentan el riesgo de accidentes; carriles que comienzan y terminan sin anuncio alguno incluido el de Metrolínea, así como una capa de pavimento supuestamente nueva que se encuentra bastante lejos de cumplir con los requisitos mínimos de calidad de una estructura de la dimensión y costo como de la que se habla, hacen parte del listado. Y ni qué decir de la iluminación, cuya instalación permanece desde hace semanas prácticamente en estado de hibernación.
En otras palabras, la obra hasta el momento es una auténtica chambonada puesta por las circunstancias en funcionamiento y lo peor de todo es que ni si-quiera tiene fecha establecida para que el contratista entregue el proyecto entero como es debido.
Como se afirmaba en el primer párrafo de este espacio, desde que se comenzó la muy necesaria ampliación de la autopista la ciudad ha vivido un auténtico drama en todos los frentes. Drama que sin lugar a dudas se habría podido aliviar si las cosas se hubieran hecho correctamente desde el principio, pero sobre todos si las autoridades responsables de supervisar y hacer los pagos no hubieran sido tan condescendientes con el contratista, actitud en la que insisten hasta hoy en día.