Menos improvisaciones y más experiencias
En materia de tráfico, la Dirección de Tránsito de Bucaramanga no puede seguir improvisando. Esa es la gran conclusión que se puede deducir si se analizan varias de las determinaciones tomadas por esa entidad desde hace varios meses, pero de manera enfática en las últimas semanas.
Y es que si bien las buenas intenciones y las ganas de aliviar los grandes problemas que en materia de movilidad tiene la ciudad no se le pueden negar a esa dependencia, también es cierto que un buen porcentaje de las medidas que ha implementado le ha tocado corregirlas, cuando no dar marcha atrás en su totalidad. Y así, mediante bandazos, es muy difícil que el tráfico mejore.
Decisiones como fijar el carril central de la carrera 27 solo para motociclistas, que a la postre ni siquiera se concretó por pocos días y se dejó morir en el olvido; cambios constantes en el Pico y Placa que no solo han generado problemas judiciales sino descontento social en varios sectores de la población, medida que incluso todavía es objeto de ideas que se lanzan al ruedo para luego ser recogidas engendrando desconcierto, son algunos de los ejemplos que respaldan la premisa del título de este espacio editorial.
Sí. El doctor Miller Salas, director de Tránsito, local no puede continuar en su proceso de prueba y error, si realmente pretende aliviar en parte las grandes dificultades que en materia de movilidad golpean a los bumangueses.
Pero lamentablemente, por ahora no parece que las autoridades del ramo sean conscientes del error.
Y no lo parece, porque basta con observar los cambios que se pretenden hacer en las direcciones del flujo vehicular en vías del sector de la carrera 40 y la Unab, así como la instalación de reductores de velocidad de manera irreflexiva, sin mayores estudios y por doquier, cuyo único efecto es disminuir todavía más la raquítica velocidad promedio en que a duras penas logran desplazarse los vehículos en Bucaramanga, para probar la tesis.
La capital de los santandereanos requiere con urgencia cambios drásticos en la manera en que se regulan sus calles. Afortunadamente ese tipo de medidas ya existen y se han probado en otras urbes similares a la nuestra, razón por la cual no resulta aventurado pedir que se invente menos y se implanten medidas lógicas, plausibles, con resultados probados y sobre todo, con mucha autoridad.