¿Hasta cuándo la violencia contra los niños?
El viernes pasado, en el hospital de Armero Tolima, fue atendida una niña de tres años que presentaba trauma cranoencefálico severo, heridas múltiples en pecho y espalda, amputación de parte del dedo anular izquierdo y un brazo partido. Pero esta aberrante golpiza no bastó. La niña había sido abusada sexualmente de todas las formas imaginables. Horas después murió cuando era trasladada a Ibagué.
Aunque el relato pareciera un aberrante caso excepcional, que sobrepasa el límite de lo posible, a los dos días un soldado de 19 años fue capturado en Fuente de Oro, Meta, por violar a una bebé de cua-tro meses. El soldado aceptó los cargos y fue enviado a una cárcel de Villavicencio. La bebé fue sometida a cirugía y permanece en una clínica.
Una y otra vez, en todos los lugares, en este mismo espacio, se repiten las cifras: Cada dos horas, se reporta un caso de abuso sexual, del cuales el 70% de las víctimas son niños y en el 80% de los casos, el abuso ocurre en el hogar. En lo que va corrido del 2017, se han recibido 4.315 denuncias por abuso sexual contra niños. Este es un país que viola, abandona, golpea y mata a sus niños. A esos niños sobre los que una nación edifica su futuro. Y si estas son las cifras de los casos denunciados, ¿cuáles serán las cifras reales?
Esta crueldad del abuso de los niños, con la crudeza que está ocurriendo, deja al descubierto una sociedad en verdad aberrada y enferma.
Pero que estas cifras crezcan de la ma-nera exponencial que lo están haciendo habla también de un país que no ha he-cho frente a problemas de fondo como los embarazos no deseados, los hijos que crecen en abandono y una Justicia que favorece la impunidad y fomenta la violencia.
El mismo día en que se conoció la noticia de la bebé abusada, un juez de Medellín dejó en libertad a un hombre que degolló a una menor de 15 años, por considerar que su captura no había sido en flagrancia.
La realidad es que la Justicia no ha asumido su papel de guardiana de los derechos de los más débiles ni ha sido garante de que estos casos no queden impunes y sean castigados con la mayor severidad. Y por el contrario, con trámites y moras, ha sido cómplice de que este drama continúe casi que sin sanciones.
Pero más en el fondo está la realidad de unos hijos no deseados, que están creciendo en el desamor, con padres que los procrean y los abandonan, y que quedan a merced de la violencia y el abuso.
Es allí, donde debemos empezar a trabajar para acabar con esta inmensa des-gracia del maltrato y el abuso infantil. No más padres irresponsables, no más niños abandonados, violados y maltratados.