La toma de decisiones y la refinería de Barrancabermeja
A lo largo de la historia de la humanidad, la vida del hombre en colectividad se ha basado en mitos edificados sobre consideraciones que se estima son necesarias para que “las cosas sigan su curso adecuado” pero que, en el fondo, solo son edificios de ideas equivocadas unas, falsas otras; sobre ellas se moldean políticas y caminos que conducen a laberintos. Pese a eso, las idealizamos, las aceptamos, y convertimos en modelos a personajes que luego demuestran que solo son diestros en señalar rutas sin futuro y en “lavarse las manos”.
Así, intereses sesgados, poco sólidos, hacen que las decisiones que se toman en instancias de poder muchas veces sean erráticas y pese a ello, cincelan la marcha del Estado y la economía, vendiendo la quimera de un bienestar colectivo que nunca se vuelve realidad.
Ejemplo reciente de ello es la toma de decisiones en el seno de los órganos de administración de Ecopetrol (empresa en la que el Estado es accionista mayoritario) respecto de Reficar y la necesidad o no de modernizar la refinería de Barrancabermeja.
Revisar las decisiones de los órganos administrativos de tal compañía entre 2.011 y hoy respecto de ambas refinerías, es encontrar un caso que sirve de ejemplo sin par de cómo en el seno de órganos administrativos determinantes se analizan alternativas equivocadas, se tercia a favor de opciones irreales y con base en ellas se determina el rumbo que debe seguir una empresa fundamental para la economía del país, diciéndole a la colectividad que todo está bajo control cuando los hechos demuestran que nada lo estuvo.
El buen administrador es el que toma la decisión atinada, no el que explica que todo fue inevitable.
La refinería de Barrancabermeja no está aportando a la economía del país las utilidades que podría aportar por las torpes decisiones tomadas por los órganos administrativos de Ecopetrol entre 2.011 y hoy. Con lo irresponsablemente despilfarrado en Reficar, hubieran dado al país, a su economía y a su futuro, dos muy buenas refinerías, la de Barrancabermeja y la de Cartagena, pero idealizaron y dieron falsas apariencias a una toma de decisiones equivocada y lanzaron a Colombia a un desastre económico y a Santander le causaron un daño sin par.