Estamos pagando la deuda con el ambiente
El Ideam hizo ya la advertencia clara: durante los próximos 23 años Bucaramanga va a experimentar fuertes fluctuaciones y anomalías en sus ciclos climáticos, lo que agudizaría las temporadas de calor, intensificaría los periodos de lluvia, produciría constantes y abruptos cambios de temperatura, entre otras perjudiciales manifestaciones atmosféricas.
A esto no llegamos como producto de la mala suerte, sino de las malas decisiones de quienes en el pasado han tenido en sus manos el destino de la ciudad y el área metropolitana, pues dejaron de lado el aspecto ambiental y lo trataron siempre como asunto de poca monta, o como si fuera una fantasía creada por grupos extremistas. Ahora vemos que no es así, cuando las consecuencias se salieron del vaticinio de los entendidos a la calle misma y sentimos el agobio del calor, la devastación de las lluvias o sufrimos las enfermedades por los cambios de clima.
Llegamos a esta situación, porque, por ejemplo, se politizó una entidad clave en estos asuntos, como lo es la Corporación Autónoma Regional de Defensa de la Meseta de Bucaramanga y lo que antes fue una gestión técnica, especializada y claramente exitosa a favor de la meseta, terminó siendo uno más de los feudos políticos de gamonales locales. Llegamos a esta situación también porque en los años recientes se planificaron megaobras que tenían un componente de reposición en lo ambiental, el cual no se ha cumplido siquiera en una mínima parte.
También estamos en este punto de crisis ambiental, porque las industrias no han cumplido con todos sus deberes en este campo, o porque las autoridades en general son laxas al exigir el cumplimiento de las normas y negligentes en la aplicación de sanciones. Llegamos a esto porque la comunidad sigue siendo irresponsable con la basura, con el cuidado de las alcantarillas, con el reciclaje, con el ahorro de recursos naturales como el agua, entre tantas otras conductas de los ciudadanos.
Es urgente que en lo inmediato se trabaje en la contención de tantos factores nocivos para el entorno y en el largo plazo se asegure, desde el campo educativo, la observancia de comportamientos sanos y reivindicativos para nuestro ambiente.