La inseguridad ciudadana y la bicicleta
La bicicleta, popular medio de transporte del que se estima que actualmente en el planeta hay más de mil millones de unidades, es el desarrollo de un invento cuyo primer diseño, precursor de la actual, fue obra del barón Karl Drais, quien hace 200 años, en 1817, creó el primer ejemplar de madera, siendo impulsado por los pies del usuario. De entonces a hoy, muchos han agregado diversas modificaciones a la estructura y materiales, sobre todo desde que se popularizó su uso a finales del siglo XIX.
La bici, como la llaman en muchos países, o cicla, como se le denomina en Colombia, ha ganado mucho espacio en la sociedad actual por ser un medio de transporte sano, ecológico, sostenible, y por haberse impulsado su uso a través de las políticas de difusióndel empleo de todo lo que es amable con el medio ambiente.
Mas al igual que ocurre con los teléfonos celulares, en la medida en que su uso se masifica, la inseguridad ciudadana aumenta y hoy las bicicletas se han convertido en dolor de cabeza para sus usuarios ya que ha crecido sobremanera el robo de ellas, a punto tal de que en la Colombia de hoy, después del hurto de dinero en efectivo y de celulares, es lo que más atrae a los delincuentes.
Así, de la mano de la proliferación de bicicletas en nuestras ciudades ha marchado la vulnerabilidad e indefensión en que viven los ciclistas pues los criminales usan todo tipo de armas y medios para adueñarse de ellas, incluso atentando contra la vida de sus propietarios.
Desafortunadamente, mientras la sustracción de bicicletas ha aumentado aceleradamente, las medidas tomadas por las autoridades municipales y de Policía no han logrado frenar esta nueva modalidad de delito, llegando al absurdo de que los ciclistas temen hasta circular por las ciclovías y se lanzan a hacerlo por las vías vehiculares entre automotores, pese al inminente peligro que corren, buscando evitar a los ladrones de ciclas.
Ello, al igual que ocurre con los celulares, en buena parte ocurre por el amplio y próspero mercado ilegal de todo lo hurtado.
¿Logrará el Estado actuar con rigidez, severidad y frenar tal mercado ilegal o caeremos en un gigantesco remolino, semejante a lo ocurrido con los celulares?