¿Otro cuatrienio perdido para Cañaveral?
Si hay algo que ha caracterizado a la mayoría de las administraciones municipales recientes de Floridablanca, ha sido lamentablemente la corrupción. Han sido tantos los escándalos recurrentes, las denuncias fundamentadas y los procesos contra mandatarios, exmandatarios y concejales de la ciudad además de otros funcionarios de todos los niveles que incluso han acabado con órdenes de captura, que el desempeño de la alcaldía en sí mismo pasó a un segundo plano. Además porque la verdad, no hay mucho para mostrar.
Y sigue sin haberlo. Particularmente en este caso, en lo que a Cañaveral se refiere.
Es que transcurrido ya el 40% del periodo en que ha llevado las riendas de Floridablanca el burgomaestre actual, Héctor Mantilla, en lo que respecta a esa parte del municipio, es muy poco por no decir nada lo que hay para mostrar.
Y eso, a pesar de que en esa población no solo se pagan de los impuestos prediales más altos del país sino que para rematar, Cañaveral es de los principales, si no el más significativo aportante a las arcas públicas locales.
Pero nada de eso parece importarles a los mandatarios y es así como la inseguridad aún campea por doquier; tanto, que cada vez son menos los residentes que se arriesgan a salir a la calle.
Al mismo tiempo, las zonas comerciales del barrio, en especial las aledañas a los centros comerciales al occidente de la autopista, continúan sucias, atestadas de basura y deterioradas; inundadas además de vendedores de artículos piratas ante los ojos permisivos de las pocas autoridades que hacen presencia.
Y para completar, las calles de toda la zona se siguen caracterizando por su pésimo estado al permanecer llenas de huecos ya que no han sido objeto de reparcheos serios desde hace años.
Y el tiempo sigue corriendo.
Cañaveral, definitivamente, merece una mejor suerte. La relación entre im-puestos pagados al municipio al que per-tenece frente a los beneficios obtenidos es en extremo negativa, razón por la cual esas voces que hace algunos años solicitaron separarse administrativamente de Floridablanca para unirse a Bucaramanga, están comenzando a surgir una vez más.
Ahora, si bien una acción en ese sen-tido es en extremo difícil, la sola propuesta sí expone el descontento siempre creciente por el abandono crónico que los diferentes alcaldes, incluido el presente, se niegan a abordar.