Urbanismo sin ciudadanos
Cuando el ingeniero Rodolfo Hernández inició su mandato como alcalde de Bucaramanga, se empezó a hablar de urbanismo táctico, un término hasta entonces desconocido para la mayoría de los bumangueses. El urbanismo táctico pretende cambiar la cara de diversos sectores de la ciudad, a través de inversiones mínimas que transformen el espacio público y lo hagan más acogedor para los ciudadanos. Fue así como con varias intervenciones se empezaron a cambiar zonas como la calle de los estudiantes, el sector conocido como El Tierrero y la carrera 20, entre otras.
Pero como se temía, muchas de estas intervenciones ya terminaron en manos de los vándalos, que poco a poco han ido destruyendo el mobiliario urbano. Fue así como el pasado fin de semana desapareció de la zona de El Tierrero uno de los cuadros que adornaban el recuperado sector y las macetas que habían sido dispuestas sobre la carrera 20 para evitar el parqueo de automóviles ya fueron robadas y destruidas.
Más allá de si se está de acuerdo con las medidas tomadas dentro de este urbanismo táctico, que también ha recibido críticas de quienes consideran que se requieren medidas de fondo y no de ornato en estos sectores, lo que deja en completa evidencia es que Bucaramanga es una ciudad sin dolientes y sin ningún tipo de sentido de pertenencia. El episodio recuerda lo sucedido con las hormigas dispuestas a lo largo del paseo del comercio, que debieron ser retiradas pues las piezas artísticas terminaron decapitadas por los vándalos o de tendederos de productos de los vendedores ambulantes.
¿Por qué esa falta de sentido de pertenencia de los bumangueses con su ciudad? Es como si se retrocediera cada vez más en urbanidad, en sentido propio, en amor por lo que es de todos. Mientras algunas ciudades avanzan en el crecimiento del sentido del cuidado del ornato, a veces pareciera que los bumangueses retrocedieran y que la ciudad cordial y amable que caracterizaba a los habitantes de la capital santandereana hubiera desaparecido entre las motos, el caos vial y la agresividad en las calles.
Es urgente recuperar el concepto de ciudadanos de los bumangueses. De nada servirá intentar hacer de esta una ciudad menos caótica si no se vuelve a lo básico, a volver a hablar de respeto, a entender que vivimos en una sociedad que debe ir hacia adelante. Pareciera imposible, pero es necesario volver a educar desde lo básico. Educar al niño, a los jóvenes y a los adultos, a ver si por fin Bucaramanga vuelve a ser una ciudad de buenos ciudadanos.