Reforma política, partidos y elecciones
La existencia de los partidos políticos es algo reciente en el panorama de los Estados Naciones pues solo aparecen en el escenario histórico en la segunda mitad del siglo XIX. Ellos son agrupaciones de personas que se organizan porque defienden un mismo ideario político, unas mismas doctrinas, teorías, plataformas, medios de acción y programas de gobierno.
En el mundo del siglo XXI no se puede entender una democracia liberal sin el concurso de los partidos políticos pues son el enlace de la ciudadanía, sus anhelos y necesidades con el gobernar. Para que haya un Estado Nación sólido y con futuro, es necesario que haya partidos políticos bien estructurados, con principios, valores y proyectos de gobierno claros y posibles. Así, estos no pueden ser solo mascarones de proa.
La Colombia de nuestros días requiere y exige una reforma política. El gobierno Santos presentó tal proyecto de Ley a estudio del Parlamento y le falta poco para convertirse en Ley pues solo queda pendiente su paso por la plenaria del Senado y la respectiva conciliación, lo que debe ocurrir antes del 30 de noviembre, fecha en que vence el mecanismo especial para tramitar la implementación normativa del Acuerdo de Paz.
En días pasados, impulsado por la mayoría de las colectividades políticas del Congreso, a su texto se le adicionó un artículo que permite que los congresistas que no estén de acuerdo con la coalición que conforme su partido político, pueden libremente ir a otro partido, ser candidatos de éste, sin que sea sancionado tal proceder.
Si bien sus promotores afirman que ello “permitirá tener bancadas más fortalecidas”, eso no es cierto pues lo que se va a hacer es darle el visto bueno al transfuguismo, fenómeno político que debilita a los partidos políticos y a la democracia, que en Colombia ha permitido todo tipo de tropelías contra las instituciones y los valores, que ha hecho que la ciudadanía pierda entusiasmo y fe en los partidos políticos.
El transfuguismo atenta contra la solidez del Estado, abre la puerta a la corrupción y a actos nefastos como la “compra de curules”.
Si lo propuesto tiene éxito, las elecciones de 2018 van a ser un baile de máscaras pues los partidos políticos serán usados para el éxito de quienes tienen una moral y valores laxos.