Una renovación precaria
El lunes de esta semana, los distintos partidos y colectividades políticas dieron a conocer la conformación de las que serían sus listas de aspirantes a Senado y Cámara en las elecciones para Congreso de marzo próximo.
Ahora, si bien estos cuadros pueden ser aún objeto de cambios o modificaciones, la presentación inicial de los mismos sirve, y en gran medida, para hacer un análisis inicial no solo de los nombres entre los cuales los santandereanos podrán elegir quién los represente en el Capitolio, sino fundamentalmente de qué tan comprometidos están los partidos en la tan pregonada renovación de sus mandos. Mandos que de manera lamentable y en proporción escandalosa, se han visto envueltos en toda clase de escándalos
Pero de vuelta a las listas, la gran conclusión es que pueden encontrarse algunos nombres nuevos, cuya hoja de vida denota no solo preparación sino honradez y ética en sus cargos pasados, por lo general en el sector privado. Sin embargo y de manera muy lamentable, éstos son la minoría.
Y lo son, porque el grueso de aspirantes está conformado una vez más por los caciques tradicionales que aspiran a repetir por enésima vez su presencia en el Congreso a pesar de que su historial de logros y relación de resultados es inversamente proporcional a su protagonismo en situaciones sospechosas y actuaciones irregulares, algunas de las cuales han sido destapadas por los medios e investigadas por la Fiscalía.
De hecho, la supuesta renovación no es cercenada únicamente por ese ángulo.
Y es que a este grupo de repitentes hay que agregarle el de los que si bien no piensan presentar su nombre de manera oficial, sí aspiran a tener presencia en el Legislativo pero por medio de interpuesta persona.
Es precisamente ahí donde aparecen los hijos de, esposas de, u hombres de confianza aliados a, que difícilmente hilan dos ideas pero cuya única meta es cumplirles en materia de contratos, influencias y prebendas a quienes se encarguen de conseguirles una curul.
En resumidas cuentas, la lista preliminar de candidatos al Congreso por esta región no genera precisamente optimismo. Y menos aún, al recordar que el balance entre voto de opinión y voto amarrado en Santander se inclina de manera acentuada por el segundo.
Así, solo queda esperar que en esta oportunidad el hastío de la opinión pública con los escándalos que se han destapado recientemente, por fin la impulse a concurrir a las urnas y que sea un menor abstencionismo el que por fin lleve a personas nuevas al Capitolio, comprometidas con sinceridad a velar por los intereses ciudadanos y no los propios.