Venezuela, en el abandono
Cuando se conoce del asesinato del expolicía venezolano Óscar Pérez, quien a pesar de que en 15 videos publicados a través de las redes sociales manifestó su deseo de rendirse ante los militares del gobierno de Nicolás Maduro que finalmente lo ejecutaron, se entiende que en Venezuela ya no queda ningún rezago de democracia.
Pérez fue un expolicía que se rebeló contra el régimen de Maduro y se había convertido en el hombre más buscado por los militares venezolanos, luego de que hubiera sobrevolado Caracas en un helicóptero y lanzado cuatro granadas contra el Tribunal Superior de Venezuela, sin ninguna víctima. Además, había robado armamento de varias guarniciones militares, para rebelarse contra el gobierno.
Pérez fue localizado en una casa de un barrio popular de Caracas y abatido junto a seis hombres más, a pesar de sus continuos pedidos de entrega. Según Nicolás Maduro, este expolicía y quienes lo acompañaban era una “banda terrorista financiada desde Colombia”.
El accionar de la fuerza pública venezolana fue catalogado como violatorio del derecho internacional humanitario y de todos los códigos de derechos humanos, que ordenan preservar la vida de los opositores cuando hay una rendición. El episodio de la muerte de Óscar Pérez es una muestra más de un régimen dictatorial, en el cual no existen garantías para la oposición y en el que la institucionalidad ha desaparecido completamente.
Mientras Maduro sigue tratando de culpar a su más cercano vecino, Colombia, de lo que sucede en su nación, Venezuela es una bomba de tiempo, cuya realidad sucumbe ante la mirada pasiva de todos sus vecinos latinoamericanos.
Dolorosas son las escenas de miles de venezolanos saqueando los supermercados, ya de por sí vacíos, en busca de comida, mientras Maduro afirma sin sonrojo que tal situación de crisis se debe a que el Gobierno colombiano se ha dedicado a perseguir los barcos que traen toneladas de alimentos y medicinas a Venezuela.
Pero lo preocupante de todo esto no es la insistencia de Maduro en culpar a Colombia de su fracasada Revolución Bolivariana, sino el pasmoso silencio de los gobiernos, la inacción de los organismos intergubernamentales y la indiferencia de todos quienes ven día a día como un país se desmorona.