La falta de cultura ciudadana
Cada vez es más frecuente que en Bucaramanga se irrespete y agreda verbal y físicamente a agentes de Tránsito, cuando estos están cumpliendo con su deber. Ello pone en evidencia muchas cosas en materia de cultura ciudadana. La primera es que en el proceder de bastantes bumangueses hay una contradicción. Rechazan el caos, la anarquía que hay en nuestras calles, los problemas de movilidad, protestan por la invasión del espacio público, claman que se imponga autoridad pero si se actúa, reaccionan inadecuadamente, con violencia verbal o física.
La cultura ciudadana, ese conjunto de costumbres, reglas, acciones y actitudes que los individuos de una comunidad deben observar para que puedan vivir en armonía, implica el cumplir normas, ser tolerantes, respetar los espacios públicos, colaborar con la autoridad.
Desafortunadamente a muchos en nuestro medio les atrae la cultura del “atajo”, tejido de conductas erróneas que van desde el irrespeto e inobservancia de las señales y normas de tránsito, el botar desechos en las vías públicas, el irrespetar y agredir a la autoridad, el creer que en la ciudad y en los espacios públicos todo se puede, la intolerancia, la destrucción de mobiliario urbano, etc., hasta la incivilizada agresión física.
Esa falta de cultura ciudadana tiene otro componente, la incapacidad de la autoridad de hacer cumplir las normas e imponer civilizadamente su investidura. La intemperancia y el irrespeto ciudadanos se hunden y son consecuencia, en el fondo, de añosas conductas laxas,“manoseos” y pequeños actos de corrupción en que incurren algunos funcionarios públicos.
En Bucaramanga, más de un ciudadano se ha “apropiado” del espacio público y reacciona violentamente cuando se le exige respetar tales bienes. Cada cuadra, cada semáforo, cada acera, cada sitio de parqueo, tiene “dueño”. Esto no puede ni debe seguir así.
Torpemente, cuando hay un incidente entre autoridades e invasores de espacio público, hay “mirones”que tercian a favor del infractor. Con tal proceder se da pasaporte a más violencia, a más caos, a más anarquía. Y muchos de los que aplauden tales procederes, a poco andar se quejan del pandemónium en que se ha convertido la ciudad.
Hay que frenar esos procederes. Debe implementarse una amplia, profunda y estructurada campaña de educación ciudadana para luchar contra tales actitudes. Solo así habrá futuro en nuestra ciudad.