La doble victimización de las víctimas
Una valiente columna de la periodista Claudia Morales publicada el pasado viernes generó un intenso debate en el país. En un doloroso texto, la periodista contó cómo fue violada por uno de sus jefes al término de una jornada laboral. En su denuncia, Morales afirma que ha callado durante todos estos años, ante el poder de su agresor, pues sería solo su palabra contra la de él. Un poderoso “al que nada de lo que ocurra a su alrededor le puede hacer daño”, afirma la periodista.
Su columna es una defensa de esas víctimas de violencia sexual que prefieren callar, pues temen que su agresor regrese y ponga fin a sus vidas, después de que ha sido tan difícil seguir adelante con ellas. Pero en este país donde la agresión se ha vuelto parte de la cotidianeidad, muchos se volcaron contra la periodista, acusándola por no revelar la identidad de su agresor y afirmando que su texto era una invitación a no denunciar. Y otra vez Claudia Morales fue víctima de la violencia.
Este episodio muestra cómo en nuestro país tristemente las víctimas sufren frecuentemente una doble victimización. Lo que no ven quienes a la ligera salen a señalar a estas personas que han sufrido maltratos y abusos y que no denuncian es que, tristemente, nuestro sistema judicial no ofrece ninguna garantía real de protección a quienes se atreven a desenmascarar a sus agresores. Una y otra vez los medios registran cómo quienes denuncian ser víctimas de maltrato deben, por ejemplo, entregar ellas mismas las citaciones judiciales a sus agresores, carecen de medidas de protección efectivas, deben contar su relato de abuso una y otra vez frente a distintos funcionarios y, muchas veces, sus agresores quedan libres con argucias jurídicas.
Por supuesto que no es este un llamado a callar, sino por el contrario, a que se invite a las víctimas a denunciar de la mano de una justicia que proteja a las víctimas y que ponga a su disposición todo lo necesario para su atención. Solo si se garantiza la verdadera protección de quien denuncia y se dan medidas efectivas para que no sean nuevamente victimizadas, podremos avanzar en verdad en combatir este repudiable crimen.
Pero lo que no podemos seguir permitiendo es que estas mujeres que se atreven a denunciar terminen también siendo víctimas de la Justicia y sus fallidos procedimientos, además de quienes se atreven a señalarlas.