La agonía de Barrancabermeja
Barrancabermeja es sin duda una de las urbes que resume una gran importancia nacional: no solo es la capital petrolera de Colombia, porque allí se inició la exploración de esa riqueza, sino que también ha sido el centro de refinación y producción de derivados del petróleo más importante del país. Y desde luego también como el centro urbanístico y de producción más importante de la región del Magdalena Medio.
Nos preocupa enormemente su futuro, cuando la ciudad se había venido preparando para recibir una de las inversiones más grandes a nivel nacional, que se traducía en la remodelación y ampliación de la refinería, con un presupuesto estimado en $18 billones, que estaría destinado además a crear 40 mil empleos nuevos en la región. El presidente Santos había manifestado su compromiso irreversible con el proyecto y además lo había declarado de interés nacional.
Ahora resulta que frente al desastre en la ampliación de la Refinería de Cartagena, en donde no se han podido explicar todavía los descomunales sobrecostos de varios billones de pesos, la junta directiva de Ecopetrol ha decidido suspender el proyecto de Barrancabermeja, dejando a la ciudad en medio de una crisis que ya se ve reflejada en las cifras económicas: 23,7% de desempleo; 27,8% de pobreza; 3.030 empresas liquidadas en los últimos meses y una disminución del comercio del 18%. Todo esto pasa sin que el departamento de Santander se haya levantado en una sola voz para exigir el compromiso de los acuerdos pactados con la región y sin que se haya dado una sola explicación sobre el futuro de la factoría, que a su vez resulta ser el gran motor de la economía del Magdalena Medio. A todo esto se suma el anuncio del Ministerio de Transporte de que la vía de doble calzada prometida tantas veces para comunicar esa zona con la capital del departamento tampoco se construirá en las dimensiones pactadas y su proyecto será una vía simple, que retrasa todos los estimativos de crecimiento de la región.
Nuestro departamento parece no tener dolientes. Se le maltrata desde las altas esferas y recibimos ese castigo con resignación y con una indiferencia pasmosa que en verdad nos aterra. ¿Dónde están nuestros líderes? Quisiéramos saberlo, pues parece que han desaparecido definitivamente, mientras la iniquidad cae sobre el rostro de los santandereanos y muy especialmente de los barramejos. Añoramos otros tiempos en donde la región tenía claras las exigencias y se levantaba al unísono, cuando fue posible conseguir el ferrocarril, cuando se construyó el aeropuerto y cuando las obras fundamentales se reclamaban con energía y determinación.