¿Aún creemos que el agua es inagotable?
Hace un par de semanas, Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, estuvo a punto de convertirse en la primera capital del planeta en quedarse sin agua. Tras tres años de sequías, un fuerte fenómeno de El Niño que llevó las represas al mínimo de su capacidad y una población en aumento acelerado, el pasado 21 de abril había sido fijado por el Gobierno como el día en el que ya no correría más agua por los grifos. Ese día se preveía que Ciudad del Cabo se quedaría definitivamente sin agua.
Sin embargo, gracias a medidas como reducir el consumo diario de agua a 50 litros (en Colombia una persona consume cerca de 200 litros de agua diarios), obligar a los hogares a utilizar el agua de drenaje en el aseo e incluso instruir a la población para bañarse solo dos días a la semana, Ciudad del Cabo ha logrado superar la eminencia del corte de agua por el momento. No obstante, estas medidas siguen vigentes hasta junio.
La realidad de esta ciudad africana parece impensable para algunos, que siguen creyendo que la falta de agua es una situación de ficción. Pero no es así. La contaminación de las fuentes hídricas, el descenso en el nivel de los ríos, la deforestación imparable son realidades innegables en todo el planeta. Y a pesar de ello, la conciencia ciudadana frente a la preservación del agua sigue siendo casi inexistente.
¿Cuántas veces se ha insistido en cerrar la llave para evitar el despilfarro de líquido, o en reutilizar el agua en labores de aseo, en no arrojar desechos a los ríos o simplemente en tomar duchas más cortas? Y sin embargo, no hay un cambio real en el actuar de las personas,y una gran mayoría sigue pensando que el agua es inagotable y que jamás enfrentaremos problemas de abastecimiento.
Se estima que para el 2030 Sudáfrica se quedará sin agua y por eso trabajan de forma acelerada para encontrar mecanismos que reutilicen el recurso hídrico y preserven las fuentes. Hoy sus expertos y gobernantes reconocen que tardaron mucho en iniciar este proceso y que hicieron caso omiso a las alarmas tempranas.
Deberíamos atender estas realidades y trabajar desde ya en esta necesaria convicción de que es verdad que podemos quedarnos sin agua.