Una tarea que ha costado sangre, luto y lágrimas
La presión de Estados Unidos y de otros sectores es grande, reiterativa. Se exige que se cumpla con la meta de erradicar 50 mil hectáreas de plantas de coca antes de terminar el mes de mayo. Se sabe que no se alcanzará a ello, que hay rezago en el Programa de Sustitución Voluntaria de tal planta, que tal vez se logre en junio llegar a un 70% u 80% de lo propuesto. Ello generará problemas y comprometerá la sostenibilidad del proceso de sustitución. Así, el problema es “gordo”, de difícil solución. Múltiples causas impiden cumplir con tales metas.
Un inmenso obstáculo para el éxito de dicho programa ha sido la aguda violencia que sobre los campesinos plantadores de coca han ejercido grupos armados irregulares. Los presionan, amenazan, han asesinado a numerosos líderes sociales de las regiones donde hay sembrada coca, obstruyen la labor del Ejército y la Policía, han impedido que las misiones de la ONU revisen sobre el terreno cuántas hectáreas han sido erradicadas,etc; el Estado no ha logrado neutralizarlos.
Además, el programa contempla que a los campesinos que erradican sus cultivos el Estado les da subsidio mientras hacen la sustitución de cultivos pero, para que haya dinero, la ONU debe haber verificado que efectivamente erradicaron la coca que tenían y como ello no se ha podido hacer, el Estado no ha tenido fondos para cumplir y hay gran inconformidad entre el campesinado.
¿Por qué los grupos armados irregulares buscan afanosamente que fracase la erradicación de cultivos en las regiones sembradas de coca? Porque el dinero que ella produce al ser mercadeada es el principal combustible para sostener su acción delictuosa.
Analistas afirman que la estrategia emprendida para acabar con los cultivos de coca es equivocada y por eso no da los resultados esperados. Lo cierto es que los cultivos de coca están en territorios situados “en medio de la nada”, donde no hay vías de comunicación, servicios básicos, la tierra no les ha sido titulada a los campesinos, no hay programas de comercialización de otros cultivos, etc.
Así, afirmar que Colombia incumplió con su compromiso de erradicar cultivos de hoja de coca es una verdad a medias; deben estudiarse a fondo, sosegadamente, las razones de ello y cambiarse muchas cosas para tener éxito.