Reconciliarnos y reconstruirnos como país
Hoy, un día decisivo para los colombianos, obliga a que todos los ciudadanos salgamos a votar por el candidato de preferencia, el presidente que nos gobernará en los próximos 4 años. Esta campaña que hoy finaliza, ha sido tal vez la más difícil que hayamos presenciado. Es increíble la radicalización, la intolerancia, la agresión permanente que acompañó la contienda electoral. Las redes sociales con muy pocas excepciones, continuamente, distorsionaron los hechos con verdades a medias, con mentiras, con groserías e inclusive con irrespetos, no entendiendo que irresponsablemente su actuación en nada nos ayuda a construir país.
Es necesario resolver los problemas más graves que tenemos y sentar las bases para un crecimiento sostenido, que garantice un futuro más digno para nuestra gente. La corrupción, el peor mal que nos agobia, obliga a implantar unas leyes o estatutos muy estrictos en la contratación, establecer penas ejemplares contra quienes continúen desfalcando al Estado, pero además, una justicia implacable, pronta, ágil, eficaz, como única forma de estirparla de raíz y de forma definitiva. También, se impone reducir la inequidad, buscando mejorar el bienestar de los menos favorecidos, que con un empleo honorable puedan resolver sus necesidades de subsistencia en este país. Un salario digno, una salud operante y efectiva y lo más importante que todo el mundo tenga acceso a la educación, como única forma de promover el cambio. En ningún momento se logra ello, buscando arruinar a los empresarios, sino estimulándolos para que crezcan y se diversifiquen. Nunca un gobierno ha producido dinero solo, sus ingresos los recauda de los impuestos al sector productivo y luego los invierte en lo que debe ser, las necesidades de la gente.
Mientras más dinámico sea el sector productivo, más empleo genera y más impuestos podrá recaudar el Estado para mejorar la calidad de vida de sus nacionales, siempre y cuando esos dineros no los saqueen los mismos avivatos vinculados a la politiquería y al sector privado, y que han logrado asaltar todos los partidos políticos muchas veces con la aprobación de los directores correspondientes. Es obvio que mantener un sector privado vigoroso es indispensable para un exitoso desarrollo económico del país.
No se puede ser indiferente frente a lo que está en juego en esta elección presidencial. Dos candidatos, Iván Duque y Gustavo Petro, que representan dos modelos de país distintos basados en concepciones de Estado y de economía abiertamente opuestas. Este medio, defensor de la institucionalidad, de las libertades individuales, promotor del desarrollo regional y hoy más que nunca de la unidad nacional que nos identifique en propósitos y metas claras de desarrollo económico y en busca del progreso nacional, está convencido de que se necesita un presidente que reconcilie a una nación maltrecha, que logre borrar las diferencias y no las ahonde. Sangre nueva, juventud de cambio, excelente preparación, buenos propósitos, además de un compromiso ineludible que tiene con Colombia de abortar de un tajo la corrupción rampante. No hay duda, que el Dr. Iván Duque cumple con estos requisitos y es el mejor candidato. Nos obliga a apoyarlo y desearle el mayor de los éxitos en la dirección de esta nación.