La consulta anticorrupción
El próximo 26 de agosto, los colombianos irán nuevamente a las urnas, esta vez para pronunciarse sobre la consulta anticorrupción, iniciativa que ha sido propuesta e impulsada por el Partido Verde, agrupación política que luego de numerosos e infructuosos proyectos presentados en los últimos años a consideración del Congreso por Claudia López y Angélica Lozano, decidió seguir el procedimiento indicado en la Legislación para lograr que la ciudadanía fuera la que se pronunciara sobre puntos que estiman fundamentales para avanzar en la lucha contra la corrupción. Es la primera vez que se hará uso de este mecanismo de participación popular y será respecto de un asunto cardinal para el país: ponerle freno a las múltiples maniobras defraudatorias llevadas a cabo contra el erario.
Para diversos sectores de la opinión este es un rayo de esperanza, pues en el país se han expedido leyes para frenar la corrupción pero ellas no han logrado el cometido que se esperaba, mientras tan letal mal de nuestra sociedad sigue campeando a los más diversos niveles de la estructura estatal y del tejido social.
El desafío es grande y si triunfa esta iniciativa abrirá las puertas para que el país, en forma directa, se pronuncie sobre asuntos cruciales para nuestro futuro.
Inquieta el si las preguntas formuladas están bien redactadas, o si tienen deficiencias técnicas que terminen dificultando la ejecución de reformas que son necesarias. Preocupa que para que cada pregunta sea aprobada necesita algo más de 6 millones de votos a favor; sería amargo que preguntas básicas no tengan el número de votos exigido para adoptar medidas contra la corrupción, reformas administrativas y legislativas que son esenciales.
Es claro que aprobar la consulta popular no resuelve el problema de la corrupción ya que ella es sistemática, numerosas escalas sociales aceptan la riqueza fácil, tal actitud ha arraigado en la cultura nacional y muchos colombianos participan, consciente o inconscientemente, en el entramado de las coimas, por lo que muchas cosas deben cambiar, desde la actitud ciudadana, el rechazo social a los corruptos y la necesidad de autocorregirnos.
Si se aprueba la consulta se pueden adoptar mecanismos para erradicar tan terrible mal de todas nuestras escalas sociales y económicas, que abarca el clientelismo, el peculado, el cohecho, el apetito insaciable de las castas políticas y de los contratistas.