Tenemos que ser una sola ciudad
No es Bucaramanga el único caso de ciudad que, en virtud de complejos procesos históricos de poblamiento, termina fracturada y desarrolla al menos dos realidades distintas en diferentes puntos geográficos. Nos sucedió con la manera como, desde los años 70, sin que nadie se opusiera y ni siquiera lo previera, se formó el primer cinturón de miseria en la escarpa norte, junto al sitio conocido como ‘La Virgen’.
Allí fueron enfilándose uno sobre otro, los ranchos de tabla y plástico que se conocieron como La Transición, conformado por migrantes, desplazados y pobres de solemnidad que sin medida poblaron esa inestable falda en el noroccidente de la meseta. Con el paso de los años esos primeros tugurios, como se les conocía entonces, se convirtieron en una zona fuertemente densificada, que terminó por construir centenares de barrios cuya característica común es la pobreza de la mayoría de la comunidad.
Desde allá provino esta semana una protesta contra la actual administración municipal, por cuanto, según dijeron, se sienten abandonados por las autoridades y lamentan que las promesas que se les hicieron, hayan sido, hasta ahora, incumplidas.
Es importante que, en el ejercicio legítimo a la protesta, estas comunidades se expresen libre y pacíficamente para manifestar sus inquietudes y es también decisivo que el gobierno atienda sus reclamos, pero, además de esto, el caso debe hacernos reflexionar sobre el hecho de que estamos ante dos ciudades, la que se desarrolla en la meseta, con la atención de autoridades, gremios y demás actores sociales y la que, en la escarpa, se debate entre la pobreza, la inseguridad, la violencia y, muchas veces, el olvido.
Desde los esfuerzos que se hicieron en la década de los 90 por lograr equidad en Bucaramanga, mediante el fortalecimiento de la presencia del Estado en el norte, no hemos vuelto a oír ni ver de parte de los sucesivos gobiernos municipales la intención política, filosófica y administrativa de equilibrar esta tensa carga social.
Tenemos que ser una sola ciudad, para que el progreso, la tranquilidad y el desarrollo humano sean realidades que nos impulsen y no pesados escollos en nuestro camino hacia el futuro.