Una efeméride menguada en el recuerdo
Hoy es 20 de julio, la efeméride más importante que tenemos los colombianos. Es nuestra fiesta nacional, el día patrio, la fecha en que si bien rememoramos los hechos notables ocurridos en Santa Fe de Bogotá en tales calendas en 1.810, realmente es mucho más pues condensa el homenaje y el recuerdo vivo, imperecedero que tenemos de todos aquellos que hace más de 200 años tomaron la decisión de crear nuestra patria, darle forma, continente y contenido a esa entidad geográfica, política y cultural que es Colombia y para lograrlo sacrificaron vida, familia, haberes. Es el día de Colombia, de quienes somos y nos sentimos colombianos.
Esta fecha a lo largo de la historia, en el siglo XIX y en buena parte del siglo XX, se celebraba en grande en cada ciudad y asentamiento urbano; desde meses antes se designaban comisiones encargadas de programar y organizar actos y festividades en las que participaban todos los habitantes sin distinciones políticas, sociales, económicas, o de raza, en las que el personaje central era Colombia, sus próceres y fundadores.
Ese espíritu se desdibujó. Hoy, lamentablemente, prima el descanso laboral, el “puente”, no el rememorar que tenemos una patria, que ella se llama Colombia y que está cumpliendo años.
Hoy, a excepción de los actos programados por instituciones del Estado a nivel nacional, departamental y municipal y de los desfiles organizados por las Fuerzas Armadas, nada pone de presente que es el día de Colombia. Izar la bandera es un acto en desuso, lo que es un error.
Aterra la falta de sentido patrio frente a lo que se ve en otros países. En Estados Unidos, en Francia, para citar dos ejemplos, la celebración del día nacional no tiene par.
Desde meses antes en comercios y en calles se ofrecen en venta banderas, guirnaldas, múltiples artículos de uso personal como camisetas, arreglos de pelo femenino, etc., cuyo motivo son los símbolos patrios y, el día nacional, con orgullo los lucen por doquier, mientras en todos los inmuebles ondea la bandera.
Perdimos la dimensión de la importancia que tiene resaltar los valores patrios, no dejar morir esta efeméride. Debemos corregir tal yerro, imbuir el sentimiento patrio, resaltar la herencia inmaterial que tenemos, rendirle homenaje a aquellos que lograron que Colombia fuera posible.