Otra vez Mocoa en el abandono
Solo 16 meses después de que una avalancha provocara en Mocoa la mayor tragedia de su historia, que dejó 333 personas muertas, de nuevo la lluvia deja en precarias condiciones a 30 mil personas evacuadas y pone en evidencia la irresponsabilidad del Estado frente a este tipo de catástrofes, lamentablemente tan comunes entre nosotros.
Aunque esta vez el impacto de la naturaleza contra la ciudad no fue tan violento y por fortuna no se registran personas fallecidas, detrás de los evacuados quedaron cuatro personas heridas, 105 casas averiadas, 14 de ellas con daños irreparables.
Lo que evidencia esta nueva emergencia es que Mocoa no solo no fue reparada tras los daños que dejaron las inundaciones de abril del año pasado, sino que estaba en condición de mayor fragilidad cuando en este invierno debió afrontar de nuevo el desafío de la naturaleza.
Y todo esto ocurre a espaldas del país entero, que muy poca atención presta a estas comunidades, que permanecen muy lejos de los focos de interés de los medios de comunicación nacionales e, incluso, de las redes sociales, tan dispuestas a multiplicar mensajes, especialmente cuando de este tipo de desgracias se trata. Cuando se presentó la tragedia de Mocoa el año anterior, se dispusieron miles de millones de pesos para su reconstrucción y para el levantamiento de obras para que esta tragedia no volviera a ocurrir. ¿Qué pasó con estos recursos?
Son muy pocos los casos en nuestra historia en que el Estado actúa con transparencia, oportunidad y eficacia en la recuperación de una zona de desastre. Generalmente todo queda en promesas de funcionarios, sin que más tarde se vean las obras ejecutadas y los dineros debidamente invertidos.
Esperemos que este segundo golpe consecutivo que el invierno ha descargado contra Mocoa no vaya a ser uno más de estos casos en los que la solidaridad y el respaldo oficial se quedan solo en palabras. Se necesita un esfuerzo presupuestal, organizativo y reconstructivo grande y urgente en viviendas, vías, puentes, infraestructura de todo orden que quedó inservible en varias zonas del municipio.
No es justo que al abandono en que el Estado ha tenido por décadas a los mocoanos se sume ahora la indolencia de los colombianos que parecen no reaccionar frente a esta nueva desgracia invernal.