Entretelones de la lucha contra la corrupción
De dientes para afuera no hay en Colombia político, figura alguna de realce, ni dirigente empresarial, que manifieste oponerse a que se libre una lucha frontal contra la corrupción y la cultura del soborno. En lo que nadie se atreve a hacer pronósticos confiables es en qué tan sincera y confiable es la toma de posición de cada cual.
En el país, periódicamente, durante las últimas décadas, se han anunciado cruzadas contra tal flagelo y varios gobiernos nacionales han impulsado en el Congreso la aprobación de proyectos de ley para combatir tan nefasto mal. Luego de titánicos esfuerzos para que en el trámite en las Cámaras no se llene a dichas normas de escandalosos “micos”, son expedidos estatutos anticorrupción y, a poco andar, nadie recuerda que están vigentes y son herramientas aptas para enfrentar conductas inescrupulosas, mientras los corruptos siguen haciendo de las suyas, con avidez.
Varias razones han impedido que se haya podido librar una eficaz guerra contra la corrupción. Los celos políticos, el afán de protagonismo y de atraer la atención de la opinión pública, sumados a la hipócrita doble posición de muchos, han generado esfuerzos dispersos, contradictorios entre sí, que esfuman la posibilidad de constituir un amplio y eficaz frente de batalla contra tal mal.
Estamos nuevamente ante un punto del camino del que salen distintas vías, divergentes entre sí, que anuncian llevar a ese feliz puerto, logrando que se anuncie un frente de guerra pero que no se sepa si habrá o no, realmente, batalla contra la corrupción. El próximo 26 de agosto se hará la consulta popular contra la corrupción, promovido entusiastamente por varios sectores políticos y de la opinión. La bancada del Centro Democrático presentó para estudio del Congreso varios proyectos de ley que tienen por objeto la lucha contra la corrupción; hay analistas que critican el contenido de varias preguntas de tal consulta, otros que critican la posición del Centro Democrático. ¿Qué hacer? Lo único real hasta hoy es que ningún proyecto de ley en este sentido ha sido aprobado por el Congreso. Por eso la Consulta Anticorrupción es una oportunidad única de los ciudadanos de pronunciarse directamente. Los únicos que ganan con tal confusión de lenguas son los corruptos, pues saben que en medio de tal pandemónium seguirán campeando sus nefastos procederes.