Palmas del Socorro
La vocación de Alcira, la “mamita” de los abuelos en Palmas del Socorro
Alcira Pinzón dialogó con Vanguardia Liberal sobre lo que ha sido su vida en los últimos 30 años. Con voz temblorosa y una mirada triste, la mujer que padece una compleja condición de salud en su rodilla izquierda, saca fuerza de donde no tiene cada mañana, cada tarde y si es necesario cada noche para atender a los 18 abuelos que viven en su ancianato.
Ella dice que este oficio es una vocación que heredó de sus padres. Los describe como una pareja muy humana que ayudaban a otros de forma desinteresada y atendían al igual que ella a varios abuelos que llegaban a pedir ayuda a su casa.
“Yo desde pequeña soñé con tener un hogar así; en poder ayudar a quien necesita: asearlos, darles de comer, tratarlos como lo que son, unas personas y seres especiales”, expresó la mujer.
El comienzo
Recuerda que cuando tenía 39 años, encontró a un abuelo tirado en el piso en una esquina del parque de Palmas del Socorro. Como pudo lo cargó y lo llevó a su casa. Allí lo atendió, le dio de comer y lo sanó. Una vez de nuevo en la calle regresaba paulatinamente. Luego trajo a uno más. Esos dos a otro y esos tres se multiplicaron poco a poco.
En lo que ahora es un centro geriátrico, difícilmente se puede ver en un rincón lo que era inicialmente su vivienda: una pequeña casa oscura en la calle 5 con carrera 3 del municipio de Palmas del Socorro. El resto de la edificación la ha construido poco a poco, todo con el propósito de albergar allí a quien lo necesite: “he tenido que vender mi ganado. Mis hijos me ayudan; también he tenido que sacar préstamos o la gente nos dona comida. Vivo muy agradecida con la comunidad”.
Una situación compleja
“Mucha gente me dice que deje los abuelos, que los entregue; pero yo digo ¿a quién? Me han tomado tanto cariño que me ven como una mamá. No puedo abandonarlos. A pesar de mi enfermedad tengo que seguir luchando y estoy dispuesta a afrontar cualquier tipo de situación con ellos”, asegura la mujer quien se queja de que no ha recibido ayudas por parte del Gobierno tanto Municipal como Departamental en lo que va corrido del año.
Son 18 adultos y la mayoría de ellos tienen algún tipo de discapacidad, como Rito Figueroa quien hace unas semanas se fracturó un tobillo. El hombre lleva 12 años viviendo allí, no tiene familia y es uno de los consentidos, según cuenta Alcira.
¿Qué viene?
La mujer a sus 69 años sostiene un bastón con su brazo izquierdo para apoyarse y una escoba con el brazo derecho. Asea el sitio, interactúa con el uno y con el otro. Hace de cada quien un resumen, como el abrebocas de la historia de vida de cada quien: “a ella la violaron y le quitaron su bebé. Todos los días llora porque quiere recuperarlo. Aquel no escucha y es muy tímido. Ella es una gran compañía: cariñosa, colaboradora, amable”. Hace un paneo general y casi sin aliento expresa: “quiero quedarme con ellos. No imagino qué será de sus vidas. Ellos se sienten tranquilos si tienen la mamita cerca. Por eso pido colaboración a las personas que les nazca ayudarme con lo que Dios les socorra. Es una obra enorme que me llena de vida”.