La vida con un corazón artificial en Santander
A pesar de las angustias que padeció en los últimos cinco años, nada ni nadie le quita a Cielo González Díaz su actitud positiva, doblega su fe ni mucho menos le borra la enorme sonrisa de su cara. Esta santandereana, clara imagen de la bravura de nuestras coterráneas, de aquella estirpe de Antonia Santos y Manuela Beltrán, heroínas de la independencia patria, nunca pensó en morir luego de que le dictaminaran graves problemas cardiacos, que exigían un trasplante de corazón inmediato.
“Desde el comienzo supe que mi enfermedad era grave. Luego del infarto que sufrí sentía mucha fatiga, me ahogaba tan solo con comer, y cuando el médico me dijo que lo mío era muy delicado y que tenía que someterme a una cirugía, puse todo en manos de Dios”, cuenta esta exdocente, que trabajó 35 años en escuelas rurales.
Pero esta exprofesora, nacida en Albania, estaba por vivir lo peor. Luego de otro infarto, una trombosis y una agotadora lucha con abogados, tutelas, jueces, tribunales y con la latente posibilidad de fallecer esperando un donante o la autorización de la EPS, recibió la noticia de que no podía recibir un transplante de corazón, por las contraindicaciones médicas que presentó. De tajo la opción quedó descartada.
Sin embargo, los profesionales médicos de la Fundación Cardiovascular de Colombia le plantearon a Cielo y a su familia la posibilidad de implantarle el Dispositivo de Asistencia Ventricular Izquierda, Heartmate II, desarrollado en Estados Unidos como un verdadero corazón artificial.
Cielo sería la primera latinoamericana en tener un corazón artificial que realizara el 100% de sus funciones cardiacas. Pero aún ante semejante noticia, no perdió la fe de que todo iba a salir bien. Es más, ella fue el soporte espiritual para su familia, que enfrentaba la posibilidad de perder a la cabeza del matriarcado González y de ver partir a la mujer que tuvo que criar sola y sacar adelante a sus tres hijos.
“Después de una junta médica en la Fundación Cardiovascular, nos informaron las ventajas y las desventajas de la intervención. Quedamos devastados, pues uno no alcanza a imaginarse que alguien pueda sobrevivir con un corazón artificial. Pero nuevamente ella contagió a toda la familia con su positivismo y con una gran sonrisa; antes de entrar en la cirugía, nos hizo saber que todo iba a estar bien”, cuenta Angy Duarte, nuera y compañía diaria de Cielo, quien comenta entre risas que esta abuela de cinco nietos les dijo antes de entrar a la sala de operaciones: “no se preocupen tanto que ya vuelvo”.
Para el médico Leonardo Salazar, director del Programa de Asistencia Ventricular de la FCV, una parte muy importante del éxito del procedimiento se debe a la personalidad de Cielo González y la paciente colaboración de sus familiares.
“Cielo es sencillamente increíble, es una persona que nunca pierde la fe y su positivismo ayudó significativamente en su rápida recuperación. Tres meses después de la cirugía, ya estaba en su casa de Barbosa, pero su salida se dio en ese tiempo por ser la primera persona con un trasplante de corazón artificial y debíamos tener cierta precaución, si no hubiera salido antes”, explicó el médico Salazar, especialista en anestesia cardiotorácica y quien se entrenó durante ocho meses en la Universidad de Alberta, en Canadá, para este tipo de operación.
Para el especialista la operación fue todo un éxito, al punto de que hoy son solo tres las restricciones para Cielo: no puede bañarse en una piscina, debe evitar el consumo de vegetales verdes, pues contienen Vitamina K que ayuda a la coagulación de la sangre, algo nada recomendable para el buen funcionamiento del Heartmate II, y no puede hacerse resonancias magnéticas nucleares.
Un nuevo corazón, una nueva vida
Luego de seis meses de la delicada cirugía, en la que intervinieron 25 profesionales de todas las especialidades y liderado por los médicos Leonardo Salazar, Antonio Figueredo y Luis Eduardo Echeverría, Cielo González lleva una vida normal en Barbosa.
“Todos los días salgo a caminar. En mis paseos me encuentro con mis amigos y hablo con ellos de todo lo que pasa en nuestro pueblo. Colaboro con los oficios de la casa, ayudo a mis nietos con sus tareas y de vez en cuando me veo una que otra novela”.
Desde que comenzó su recuperación posoperatoria, Cielo caminaba por los alrededores de la FCV, visitaba a sus parientes en el barrio Palomitas y regresaba en la noche al centro clínico. Es más, sufrió como muchos en el país con los partidos de la Selección Colombia en el Mundial de Fútbol Brasil 2014.
“Nos reuníamos con la familia para ver los partidos de la Selección Colombia. Ellos sufrían mucho, pero yo me mantuve tranquila, porque sabía que teníamos un equipo bueno. Siempre confié en los muchachos y, sobre todo, en el talento de James. Aunque sufrí un poco con la eliminación frente a Brasil”, recuerda Cielo, quien es una declarada hincha de Atlético Nacional y que de vez en cuando juega un ‘picadito’ de fútbol con sus nietos, Luna y Wílmer Rodríguez.
Muy temprano en la mañana, cuando Cielo toma su baño, pone el controlador del Heartmate II en un maletín impermeable que se tercia en su hombro izquierdo, para protegerlo del agua, mientras que en la noche lo conecta directamente a la toma de corriente y pone a recargar las baterías.
La vida de Cielo González Díaz transcurre de manera normal, haciendo las cosas que más le gustan: pasear, jugar con sus nietos, hablar por teléfono, tomar tinto, ir a todas las festividades de su pueblo y, de vez en cuando, tomarse una cervecita, eso sí sin abusar. Hasta se da el lujo de visitar a sus padres en la altura de Bogotá.
Si no fuera por el arnés que sostiene a su corazón artificial y el visible controlador, se podría decir que Cielo es una mujer completamente sana, y aunque aún tiene que ir cada dos meses a control a la FVC (dentro de poco sólo cumplirá con esta cita cada año), el éxito de la operación y sus ganas de vivir prolongaron significativamente su expectativa de vida.
El ‘ángel guardián’
Antes del regreso a su vivienda, el doctor Leonardo Salazar capacitó a los familiares de Cielo sobre el funcionamiento y cuidado de su nuevo corazón artificial, haciendo énfasis en el cambio y recarga de las baterías (duran ocho horas) y la higiene de las conexiones.
El mismo galeno de la FVC, médico de la Universidad Nacional, especialista en anestesia del Hospital Militar, en anestesia cardiotorácica de la Fundación Cardio Infantil y magíster en Ciencias de la Universidad de Los Andes en Bogotá, viajó hasta Barbosa para informarles a los centros médicos locales sobre las nuevas condiciones de la profesora y cómo actuar ante una eventual emergencia, pues Cielo no tiene pulso.
“Después del implante del Heartmate II Cielo quedó sin pulso, ya que el dispositivo es el que hace circular la sangre, eso se lo tuvimos que informar a los centros médicos de Barbosa; en caso de un apagón generalizado en el pueblo, el Hospital, por tener planta eléctrica, dejaría cargar el dispositivo. También tuvimos que hablar con la empresa que suministra energía a Barbosa, para que garanticen el servicio las 24 horas del día y en caso de una falla en el suministro comunicar alertas tempranas a Cielo y su familia”, aclara el doctor Salazar.
El primer corazón artificial de este tipo, diseñado para una existencia útil de 60 años, fue transplantado hace 11 años y su receptor aún sigue con vida y en excelentes condiciones, lo que le da a la profesora González una larga expectativa de vida.
“La gran ventaja es que Cielo no tiene otras enfermedades y está relativamente sana, sin ninguna restrición. Por ahora solo toma una droga para que no se le formen trombos o coágulos en la sangre que circula por el aparato y evitar un sangrado. Antes de la operación ella llegó a pesar solo 36 kilos, pero hoy, con el paso del tiempo, ya recuperó 10 kilos y come normalmente”, dice el especialista de la FCV.
Además de haber enfrentado sus graves problemas cardiacos con toda la valentía, Cielo González se convirtió en la imagen de esperanza para cientos de personas que están esperando un transplante de corazón.
Aunque la espera es larga, por los trámites administrativos y el costo de la operación que es elevado (unos 120 millones de pesos), el éxito de la cirugía de esta profesora abre una puerta de esperanza para aquellas personas que piensan que ya perdieron la lucha.
“Actualmente tenemos cuatro niños en espera de ser trasplantados. Por ser una tecnología de alto costo, se necesita hacer valoraciones de muchas especialidades médicas y se deben aplicar criterios muy fuertes para que el trasplante sea efectivo. Nosotros ya estamos preparados para seguir desarrollando este tipo de cirugías en cualquier tipo de paciente. Cielo es un mensaje de esperanza, porque ella, a pesar de estar en una condición grave, nunca perdió la fe”, concluye el médico Salazar.